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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 405 ción de la villa de españoles de San Carlos. Ambos religiosos realizaron una labor ingente y meritoria. Fueron elegidos varias veces prefectos de la mi– sión y en todo momento se mostraron incansables. El padre Pablo de Orihuela fue, además, escritor, movido principalmente por el deseo de que se conservara el recuerdo de la labor hecha por estos primeros héroes evan– gelizadores. Su libro, "Historia de las misiones", sirvió de fuente a otros cro– nistas de dentro y fuera de la provincia de Valencia, y hasta hizo sus pinitos literarios con una obra literaria de gusto barroco, que no llegó a publicarse: "Ramillete de flores escogidas del jardín de la Iglesia, cuya fragancia huele a flores del Paraíso" 10 • De más está decir que dichas "flores" aromáticas son una metáfora de las misiones. En 1686, siendo prefecto de Los Llanos de Caracas el mismo padre Orihuela y a solicitud suya, la provincia de Valencia envió a esta región tres sacerdotes, los padres Arcángel de Albaida, Cirilo de Onteniente y Antonio de Ollería, y dos hermanos legos, fray Gregorio de Ibi y fray Mau– ro de Cintruénigo, todos los cuales se destacarían por su labor heroica, siendo memorabilísimos estos dos últimos. Fray Gregario sería destinado a evangelizar a los indios Tomuces, den– tro de la jurisdicción de Caracas. Iba en compañía del padre Cirilo. Funda– ron el pueblo de Tomuces, junto al río Araguatá y luego dos más, Guarenes y Patare, con la agregación de los indios extraídos de la selva y la guarni– ción de españoles. En 1691 el monarca Carlos II enviaba una cédula al prefecto de Los Llanos, que lo era entonces el padre Buenaventura de Vistabella, para que destinase varios misioneros a fundar dos o tres poblados entre los indios Macoaes y Aratomos en la jurisdicción de Maracaibo 11 • El superior vio en esta disposición una oportunidad para que los valencianos empezaran a tener una misión propia y en exclusivo para los mismos, como hacía tiem– po lo habían deseado y solicitado. Convocó a todos los misioneros a capí– tulo; les notificó la petición de S.M. y su aceptación; destinó a dos misione– ros para dicho lugar, a saber, al padre Antonio de Ollería y a fray Gregorio de Ibi; luego presentó renuncia de su cargo, con el propósito de seguirles después, como así lo haría. El objetivo de esta misión, además de la evangelización dicha, era el de hacer viable el camino que se proyectaba abrir y para comunicar las dos provincias, a saber, la de Maracaibo y la de Santa Marta, propósito éste que perduraría entre las intenciones más acariciadas de las autoridades ci– viles del momento y siglos siguientes, con el propósito de fomentar la agri– cultura y comercio en ambas jurisdicciones. 10. AGI,Aud. De Sto. Domingo, Leg.221, Ramo IV, Doc.119. 11. "Libro de Crónicas", v. II, f. 327.
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