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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 433 Episcopal de Misiones. Le sucede Mons. Antonio Ferrándiz, quien en la ac– tualidad continúa al frente de la prefectura, con gran esfuerzo y sacrificios, y en la cual desde 1974 los capuchinos siguen colaborando a base de con– trato, renovable cada cuatro años. 10. Colegio-Seminario de "San Lorenzo," La Caro, Chía El año de 1950 marca un hito en la evolución histórica de la orden ca– puchina en Colombia. En ese año llega a Santafé de Bogotá el provincial de Valencia, padre Ludovico de Castellón, con propósitos innovadores. Iba acompañado de cuatro jóvenes religiosos valencianos, estudiantes de teología: Bienvenido de Bigastro (Antonio Pérez), Hermenegildo de Bi– gastro (José Pérez), Antonio de Alcácer (Vicente Reynal) y Eduardo de Masanasa (José Mª Reillo). Se proyectaba con ellos (quienes iban a for– mar un coristado y a proseguir estudios en la Pontificia Universidad Jave– riana, con el fin de que la Orden tuviera gente preparada para el futuro in– mediato), inyectar sangre nueva en la custodia y que fueran más adelante base y sostén de los nuevos proyectos: la fundación de un seminario me– nor y luego de un noviciado. El custodio, padre Ambrosio de Vinalesa, fue el promotor de estas iniciativas. Gracias a su dinamismo y previsión, la Or– den tomó posesión de un terreno que se le donó en el Puente del Común o La Caro, entonces a considerable distancia de Bogotá, en jurisdicción de Chía, y allí se empezó a construir lo que pronto vendría a ser el Colegio Seminario San Lorenzo de Brindis, a partir de 1954. Un par de años antes, se había abierto en la residencia de Concepción un colegio con el mismo nombre, en el que los tres primeros mencionados coristas trabajaron co– mo profesores. Este colegio de La Concepción sería el germen del futuro seminario de La Caro, auténtico semillero éste de donde saldrían los pri– meros sacerdotes capuchinos colombianos, base y sostén de la actual pro– vincia autónoma. El Seminario estuvo dotado, de 1954 a mediados de los 60, de todas las facilidades y aprobaciones necesarias del gobierno, como reconocimiento del Ministerio de Educación (1956 y 1961) para expedir el título de bachi– ller, así como también de aquellos medios que hacían la vida al joven hu– manamente agradable. Para esto, los superiores, padres Ladislao de Tota– na y Joaquín de Guadasuar y sus colaboradores se interesaron en la adquisición de una finca en tierra templada, "Tranquilandia," como sitio de vacaciones de los seminaristas. Más adelante, desaparecida esta función, se dedicaría a casa de retiros, cursillos, encuentros y capítulos. Puede decirse que desde aquella fecha la Custodia y la provincia de Va– lencia se volcaron en personal, dinero y esfuerzos en la realización del sue– ño acariciado de La Caro: seminario, colegio, convento e iglesia. En la dé-
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