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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 431 bor se diversificaría, como se verá, por la atención que siempre habrá que prestar al seminario de La Caro, que se fundaría durante el mandato del padre Ambrosio. 8. Vicariato Apostólico de Valledupar. Mons. Vicente Roig Al fallecer, de regreso a España, en 1943, Mons. Bienvenido J. Alcaide, fue nombrado para sucederle el padre Vicente de Guadasuar (diciembre de 1944), desde ahora conocido como Mons. Vicente Roig y Villalba, con– sagrado obispo en 1945 en Bogotá. Prosiguió en la labor de sus antecesores, básicamente de mantenimien– to de las parroquias de su jurisdicción y creación de nuevas, más el cuida– do, ampliación y perfeccionamiento de las escuelas en los pueblos. Misio– neros destacados en estas fechas fueron muchos, cuyos nombres merecen una más amplia descripción. Pero no se pueden preterir los de los padres Vicente de Valencia, Ernesto de Olot, José de Sueca, Amado de Benasal, Jesualdo de Batieres, José María de Alfara, etc., quienes, a la vez, sobresa– lieron como insignes constructores de iglesias, colegios, escuelas, conven– tos, casas curales, etc., en pueblos hoy tan florecientes, como Fonseca, Vi– llanueva, Urumita, La Paz, Manaure, Codazzi, Becerril, Chiriguaná y en la misma Valledupar. No hay que olvidar la labor callada y extraordinaria de los hermanos fray Crispín de Palma, fray Carmelo de Catral, fray Bartolo– mé de Cela, etc., ejemplares discípulos de Francisco de Asís. Debido a la escasez de misioneros y a lo extenso del territorio que comprendía el mencionado vicariato de La Guajira, Sierra Nevada y Mo– tilones, situación que venía a agravarse con el incremento poblacional ex– perimentado en las últimas décadas, en 1952 la Santa Sede lo dividió en dos, dejando a los capuchinos valencianos el que en adelante se llamaría Vicariato de Valledupar, con Mons. Vicente Roig al frente, y confiando el Vicariato de Riohacha, que comprendía la región de la Guajira, a los ca– puchinos italianos de la provincia de los Abruzos. En la época de la administración pastoral de Mons. Vicente se intensi– fica particularmente la atención espiritual y las obras en la capital del vi– cariato,Valledupar, en donde, al mismo tiempo, merced a la labor de los ca– puchinos, van a surgir nuevas instituciones apostólicas, como las "Nuevas Juventudes," y el "Hogar del Niño," las que contribuirían a elevar el nivel material y espiritual de la población.Alma de las mismas fueron los padres Mariano de Orihuela y Diego Pérez Arróniz. En Pueblo Bello se funda asi– mismo una "Casa de cursillos y retiros," a la que acudirán tanto etclero co– mo los seglares. Asimismo, en Valledupar también, se construye una nueva casa y parroquia para los capuchinos, bajo la advocación tan predilecta pa– ra los valencianos de Nuestra Señora de las Tres Avemarías, en 1964, con lo

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