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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 427 a los novicios que allí había, traídos de España, se les enseñara latín y gua– jiro y se cultivasen huertas en los pueblos misionales, para lo cual se debían perforar pozos. Cosas todas de mucha utilidad, que sólo en parte se cum– plieron, debido, sobre todo, a la guerra civil que se desató en ese mismo año entre liberales y conservadores, la, que causó graves prejuicios, así como el retroceso de cuanto se había realizado y llevaba vías de pronto éxito. 3. Padre Francisco de Orihuela En 1900 renunció al cargo de custodio el padre Antonio de Valencia y fue sustituido por el padre Francisco de Orihuela, quien hacía poco había regresado de un viaje a España, acompañado del padre Antanasio de Ma– nises. La misión se encontraba en graves dificultades, como queda dicho, a causa de la revolución y guerra civil. Muchos religiosos se habían refugia– do en Venezuela, imposibilitados de atender sus pueblos. La labor quedó en extremo reducida y casi imposibilitada. Aun así, el padre Francisco se multiplicó, dentro de sus posibilidades, para atender todos los centros mi– sionales existentes. Asimismo, le tocó intervenir en el conflicto de jurisdic– ción territorial entre las provincias de Valencia y Castilla, sobre todo, por la posesión de la residencia en Maracaibo, que les era vital a los valencia– nos, y más en tiempo de guerra en Colombia, pero que, al fin, quedó bajo administración castellana. Aun así, por un tiempo, los novicios y coristas que estaban en Riohacha tuvieron que ir a dicha ciudad para proseguir sus estudios. La mayor parte de las casas misionales en la Guajira fueron ce– rradas por los revolucionarios y muchas de ellas sirvieron de cuartel. Los indios seguían sin quererse del todo convertir y aun los que se bautizaban, regresaban a sus antiguas costumbres. Por eso, habiendo el custodio con– sultado a Roma, se determinó que sólo se bautizaran a aquellos niños que ofrecieran esperanza de seguir como cristianos prácticos. En 1902 el padre custodio de la misión, padre Francisco de Orihuela, fue nombrado vicario capitular de Santa Marta, por fallecimiento de su obispo. Poco después era nombrado obispo de dicha ciudad, siendo consa– grado como tal el 20 de octubre de 1902 en la iglesia capuchina del Rosa– rio de Barranquilla. Monseñor Francisco de Orihuela, ahora Simón y Ródenas, aunque obis– po de Santa Marta, siguió amando e interesándose por su antigua y entra– ñable misión guajira y por su provincia valenciana. Su labor fue eminente en todos los sentidos y su recuerdo sigue presente allí en donde trabajó. 4. Vicariato Apostólico de la Guajira El padre Atanasio de Manises sustituyó al padre Francisco en el cargo de custodio en 1904. Una de sus primeras labores fue la fundación de un
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