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424 VICENTE REYNAL prisioneros, otros fueron asesinados, entre ellos el octogenario padre José A. de Cervera, en la ciudad de Honda (1814), y unos pocos lograron llegar a la costa y embarcarse furtivamente a Cuba o Puerto Rico. Casi nadie lle– gó a España. ¡Triste suerte la de estos abnegados misioneros, y más lamen– table aún el final de una más que secular y desinteresada dedicación a la causa del bien de los demás! II. PERIODO INDEPENDIENTE l. Restablecimiento de la misión capuchina en la Guajira En 1869 el cura rector de la iglesia de Riohacha, don Rafael Celedón, junto con sus coadjutores y con el consentimiento del obispo de Santa Marta, Ilmo. Sr. D. José Romero, fundó una misión en aquella ciudad, la que se encargaría de atender a los indígenas de la comarca. Se estableció poco después una población con dichos nativos, de la cual se hicieron car– go, en 1880, dos sacerdotes de la isla de Curazao, padres Juan Antonio te– Riele y Fernando E. C. Kieckens. Éstos permanecieron breve tiempo en la Guajira, al no recibir el apoyo económico de parte de las autoridades civi– les, sin lo cual era imposible sobrevivir en medio de tantas privaciones y pobreza como había en la comarca. El obispo de Santa Marta recurrió entonces al Delegado Apostólico en Colombia, el cual solicitó al superior general y provincial de los capuchi– nos en España, padre Joaquín Mª de Llevaneras, el que enviaran religiosos a esa misma tierra en la que tanto se habían sacrificado otros muchos de su Orden en épocas no muy lejanas, pues aún los más antiguos conservaban el recuerdo de los antiguos valencianos. En 1886 el padre Llevaneras contestaba desde Montehano, en donde estaba la Escuela Seráfica, al obispo de Santa Marta, en la que, entre otras cosas, le decía que, "queriendo cooperar en cuanto esté de mi parte a los designios de la Providencia en esas remotas tierras, a mayor gloria de Dios y honor de la Divina Pastora de las almas y de esos pobrecitos colombia– nos, esta Provincia hace un sacrificio y responde a V.S.I. y al Excmo. Sr. de– legado Apostólico, con sincero y generoso: Ecce ego, mitte me." Prometía el envío de seis misioneros, para cuyo embarque pedía ayuda al prelado, igual que para el mantenimiento de los futuros misioneros. 23 23. Muchos de estos datos para esta parte están en los tomos de la Historia de la Misión de Goajira, Sierra Nevada y Motilones (Colombia), por el P. Eugenio de Valencia, O.M.C., Va– lencia. Imp. Antonio López, 1924.

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