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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 419 anterior, tenían que asistir a no pocos párrocos de los alrededores, hasta de sitios lejanos. Asimismo, se hicieron cargo de las misiones en Antioquia. En– tre estos religiosos, que llegaban a la sabana en 1792, se hallaba un sencillo, pero muy inteligente hermano lego, fray Domingo de Petrés, quien había pe– dido ir porque tenía deseos de trabajar en la construcción del templo y con– vento que se estaba levantando en la mencionada ciudad, así como en otras obras que se ofreciera, ya que tenía muy buena preparación en arquitectura. La variedad y multiplicidad de las labores inevitablemente traía el que muchos religiosos se pasaran largas temporadas fuera de la casa regular. Es– to creó en las conciencias de algunos escrupulosos dudas y más tarde quejas de que no se estaba cumpliendo con la regla ni las constituciones. La protes– ta, no sabemos de dónde se originaría, pero debió de ser de alguna fuente de influencia, y me temo que fuera el mismo padre Pamplona, quien había re– gresado a España, por haber sido nombrado obispo de Arequipa, tuvo un efecto devastador, debido a que el entonces procurador general de las mi– siones ante la Corte, el padre José Bernardo de Espera, envió una circular, en la que afirmaba que había tenido noticias de que los capuchinos no cumplían con la regla, de que se la pasaban fuera del convento, etc., y exigía el que se siguiesen las mismas normas y disciplina que en los conventos de la provin– cia, incluidos los maitines a media noche. La reprimenda no hubiera tenido mayores consecuencias, fuera de las normales de tratar de corregir posibles deficiencias, pero la duda del proceder de los sacrificados misioneros, así co– mo las palabras duras de la misiva, quedaron, según era habitual, en los ar– chivos del gobierno y más adelante servirían de pretexto a algunos de los his– toriadores de Colombia para denigrar la labor de los capuchinos en el país. Los frailes de Santafé, sin embargo, siguieron con el mismo espíritu de sacrificio, multiplicando su campo de acción más allá de los límites de sus posibilidades, puesto que ahora les salía un nuevo compromiso, las misio– nes en el Cuiloto. 22. Misiones del Cuiloto en los Llanos de Casanare La región selvática del oriente de la actual Colombia y parte de Vene– zuela apenas había sido explorada, por lo remota e inaccesible. Estaba, sin embargo, habitada por numerosas, aunque reducidas, tribus, destacándose entre ellas la de los guajivos. Otros grupos étnicos eran, y aún perduran mu– chos de ellos, los chiricoas, tunebos, chitas, chiricoas y yurures. Los jesuitas habían misionado en estos lugares, pero ahora, con su salida, quedaban de– samparados en lo espiritual. En 1784 pasó a Santafé el capitán reductor de dichos indios, Gregorio Lemos, con un grupo de guajivos, del tro lado del Arauca, jurisdicción de la Provincia de Casanare," 2 º en solicitud de misio- 20. AHNC, Conventos, t. 15. f. 745 s.
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