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418 VICENTE REYNAL ciones de parte de la Corona, en las que se gastaron ingentes sumas. A la llegada de la expedición de capuchinos dirigida por el padre Pamplona, el gobernador de Cartagena de Indias, don Antonio de Arévalo, quien era su pariente, les solicitó, ya en 1775, el que acompañaran al ejército que iba a emprender una excursión y pacificación general en dicha área. Entonces no pudieron acudir los valencianos. Pero ahora era el arzobispo virrey quien insistía ante los capuchinos el que se hicieran cargo de la labor espiritual, así como de las capellanías de los ejércitos de tierra y mar, en concreto, de las varias fragatas, que iban a salir hacia el Darién, y que, una vez apacigua– da la región, se hicieran cargo de las poblaciones que allí se fundaran, tanto de indios como de los españoles, pues sucede que se encargó a los capuchi– nos el que condujeran desde Tunja y Socorro a más de mil españoles con tal propósito colonizador. Así lo ejecutaron en 1787. Fue presidente de esta misión de varios religiosos el padre Joaquín de Finestrat, quien le había destacado en el apaciguamiento de la rebelión de Socorro. 19 Allí se mantuvieron varios años, pasando, después de realizada la labor anterior, a residir unos en Cartagena y otros en Panamá, en donde los ha– llamos a finales del siglo xvm, aunque más tarde se les obligaría a volver a sus conventos. 21. Misiones circulares en el virreinato de Santafé Ya queda dicho que una de las razones por las cuales se aprobó tan rá– pidamente de parte de la Corona la ida de los capuchinos valencianos a San– tafé fue por la premura que había de que algunos de sus religiosos se hicie– ran cargo de las misiones, hoy liamaríamos populares, eníonces "circulares", que tenían los jesuitas en las diócesis de Santafé de Bogotá y de Cartagena de Indias. Éstas se estaban ahora cumpliendo con fidelidad y siguiendo un plan bien trazado y de acuerdo a unas ordenanzas que había dejado el visi– tador, padre Antonio de Muro, quien había ido con una expedición nume– rosa de religiosos, incluidos entre ellos el padre Miguel de Pamplona, ahora como simple procurador de misiones. Al parecer, no todos los religiosos ha– bían quedado contentos de su modo de proceder en la anterior visita. Al regreso del padre Muro a Valencia, en donde sería más tarde provin– cial, la provincia destinó doce nuevos religiosos, para atender a las múltiples actividades que ya tenían los de la capital del virreinato, pues, además de lo 19. A raíz de estos hechos, escribiría un libro, titulado un poco barrocamente, "El vasallo instruido en el Nuevo Reyno de Granada y en sus respectivas obligaciones. Instrucciones que ofrece a los Literatos y Curiosos el R. p. Fr. Joaquín de Finestrad", [1789], cuyo manuscrito (núm.196) se conserva en la actualidad en la Biblioteca Nacional de Bogotá, en la "Colección de Libros Raros".
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