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LOS CAPUCHINOS VALENCIANOS Y SU OBRA EN HISPANOAMÉRICA 415 ta entonces logrado. La causa fue una rebelión general en 1769 del pueblo guajiro, inconforme por naturaleza a todo cambio y a vivir en pueblos, donde tuvieran que seguir un orden y unas leyes, que en principio no acep– taban. En dicha sublevación los nativos quemaron pueblos, incluidas igle– sias, casas y todo cuanto había sido edificado hasta el momento. En esta hecatombe general e irracional perecieron obras de arte, así como biblio– tecas personales y el archivo general de la misión, que estaba en el pueblo de Rincón, pérdida de consecuencias desastrosas, que aún hoy día llora– mos y que, en parte, he podido reconstruir. 17 17. Expedición misionera de 1775 En la Guajira, que empezaba casi de la nada a causa de la rebelión di– cha, se intensificaron los trabajos a partir de 1770. Los misioneros se ar– maron de celo y de paciencia, mientras que los soldados lo hacían de ar– mas. Se organizó una expedición general pacificadora, pero los guajiros, más expertos en el terreno, se esfumaron. Después, por insinuación de los misioneros y de las autoridades virreinales, se procedió con medidas más suaves. Se promulgó un indulto general, excepto para los cabecillas, lo que atrajo a muchos de los nativos que habían huido, con los que se organiza– ron nuevos pueblos, en particular en las costas de la Guajira, para los cua– les eran insuficientes los pocos y ya ancianos o destrozados capuchinos que quedaban. De ahí que autoridades civiles y eclesiásticas recurrieran al vi– rrey y al rey, con el fin de que se destinaran al menos veinte misioneros más, para hacerse cargo de los antiguos y nuevos pueblos. La petición se hi– zo en 1774 y fue aprobada de inmediato. De la Provincia de Valencia se ofrecieron al menos treinta. Se escogieron veinte de ellos, al frente de los cuales estaría el padre Francisco de Pamplona, perteneciente a la misma provincia, residente en el convento de Monóvar, quien iría como visitador general. La expedición llegó a Riohacha en abril de 1775. La mayoría de ellos pasó a la Guajira, en donde, por otro lado, no exis– tían aún los 22 pueblos que les habían prometido que estaría construidos a la llegada. Estaban los antiguos que habían escapado de la quema general y otros, apenas en el estado rudimentario de chozas. De esta labor al poco surgirían o se estabilizarían los siguientes poblados: Bahiahonda, Ipapá, Rincón de Carpintero, Cabo de la Vela, Boronata, Tames, Pernambuco, Ca– marones, Laguna Salada, La Cruz, Rincón, Orino, Calabazo, Tucuraca, Pe– draza, Laguna de Fuentes, Arroyo Cardón, Parauje, Carabulla, Apiezi de Españoles y Apiezi de Indios. 17. AHNC, Curas y obispos, t. 20, f. 700 ss.
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