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412 VICENTE REYNAL del cultivo de la tierra. En efecto, su misionero, quien lo sería por mucho tiempo, el padre Silvestre de Labata, fomentó entre ellos el cultivo del trigo y de gran variedad de verduras y legumbres, fundó una granja cerca de su poblado o poblados establecidos por el mismo, entre ellos, San Pedro de Ra– mada y San Antonio de Yucal, aunque el más destacado y perdurable sería el de San sebastián de Rábago. Este insigne e incansable misionero valen– ciano laboró también en la Guajira, así como en la Sierra de Perijá y en te– rritorio de los chimilas, lugares en los que fundaría asimismo varias pobla– ciones. En todos estos sitios dejó una huella perdurable, no sólo en el campo espiritual, sino también en el cultural y cívico: abrió caminos, fundó pueblos, como queda dicho, y fue muy respetado de todos. 12. Misión entre los chimilas. Martirio del P. Todolella La nación chimila ocupaba la parte central de la gobernación de Santa Marta y se extendía desde las riberas del río Magdalena hasta las estriba– ciones de la sierra actual de Codazzi. No en su totalidad, pero sí en in– fluencia, por cierto nada pacífica. Tuvieron contactos nada amigables con los primeros españoles que cruzaron la región, pero sólo hasta el siglo xvm empezaron a ser reducidos en poblados. De esta labor se harían cargo los capuchinos valencianos, a partir, en concreto, de los años treinta de dicha centuria, que fue la de mayor labor misional de los mencionados religiosos. Las actividades se iniciaron a raíz de la apertura del camino que uniría Va– lledupar con la comarca del Perijá, al otro lado de la cordillera, o sea, en la parte actual venezolana, labor llevada a cabo por el padre Silvestre de La– bata. Logrado esto o simultáneamente, fue fundando pueblos con nativos de distintas nacionalidades, además de los chimilas, como tupes, pampani– llas y coyaimos. Uno de los pueblos establecidos fue el de Sicarare,junto al río del mismo nombre, a donde fue destinado el padre Antonio de Todo– lella, quien sería martirizado en 1740, por una facción, al parecer, de los coyamos, quienes a su vez quemaron el pueblo, iglesia incluida. Pese a estos contratiempos y a otros muchos, la labor civilizadora en es– ta área prosiguió y hasta se intensificó, pues con el tiempo se extendería a las mismas riberas del río magdalena, desde su desembocadura hasta Mompox. 13. División de las misiones (1752) A causa de la enorme extensión del territorio confiado a los capuchi– nos valencianos y también debido a problemas de competencia territorial entre las autoridades de las jurisdicciones de Maracaibo y de Santa Marta, así como a la imposibilidad de realizarse los objetivos materiales que pre– tendía el gobierno, a saber, abrir caminos para que se comunicaran de for-
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