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LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 375 Afirma Juan Pablo II en la encíclica Centesimus annus: "En efecto, para la Iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evan– gelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra in– cluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cris– to Salvador. Asimismo, viene a ser una fuente de unidad y de paz frente a los conflictos que surgen inevitablemente en el sector socioeconómico. De esta manera se pueden vivir las nuevas situaciones, sin degradar la dignidad tras– cendente de la persona humana ni en sí mismos ni en los adversarios y orientarlos hacia una solución. La validez de esta orientación, a cien años de distancia, me ofrece la opor– tunidad de contribuir al desarrollo de la "doctrina social cristiana". La "nue– va evangelización", de la que el mundo moderno tiene urgente necesidad y sobre la cual he insistido en más de una ocasión, debe incluir entre sus ele– mentos esenciales "el anuncio de la doctrina social de la Iglesia", que, como en tiempos de León XIII, sigue siendo idónea para indicar el recto camino a la hora de dar respuesta a los grandes desafíos de la edad contemporánea, mientras crece el descrédito de las ideologías. Como entonces, hay que repe– tir "que no existe verdadera solución para la "cuestión social" fuera del evan– gelio" y que, por otra parte, las "cosas nuevas" pueden hallar en él su propio espacio de verdad y el debido planteamiento moral" 7 • Una de las mayores preocupaciones de Juan Pablo II desde su llegada al Pontificado ha sido fomentar la presencia activa de los católicos en la socie– dad para el bien de todos los hombres, y no como se hace con interpretación sesgada y restrictiva, para el bien del catolicismo y menos aún para la restau– ración de la vieja cristiandad. Desde esos textos que separan presente y pasa– do, Juan Pablo II lanza un reto al futuro. Este aspecto de la caridad cristiana, entendida como acción política o compromiso en la construcción de la nueva sociedad no ha sido puesto de relieve por los responsables de la nueva evan– gelización8. Nuestro futuro evangelizador, también mediante la presencia del cristia– no en la vida pública, necesitaba de una actualización, revitalización y defi– nición de la doctrina social que en sus inicios pudo caracterizarse por la con– dena. Hoy se ha hecho más modesta, en cuanto sabe que no tiene solución f-6. LAURENTIN, R., La Iglesia deljiüuro más allá de sus crisis, Barcelona, 1991, p. 209. Véase Cien años de Doctrina Social de la Iglesia, en Iglesia Viva 153/154, 1991, donde abun– dan las visiones negativas. 7. Centesimus annus, 5: "El punto central de toda cultura lo ocupa la actitud que el hom– bre asume ante el misterio más grande: el misterio de Dios", Centesimus annu~; 24. 8. Cfr. VERLEVE, K., La familia franciscana ante el desafío de la nueva Europa, Multi– copiado, pp. 2-3. En general, véase SALVATIERRA, A., Responsabilidad de los intelectuales y profesionales a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, en Surge, mayo-junio 1991, p. 228 y ss.

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