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LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 373 cepción de la vida dirigidamente materialista y sin inspiraciones espiritua– les, necesitan de un mensaje que le haga recuperar la unidad perdida y les permita valorar su encuentro de cristianos con realidades terrestres tan di– versas de las vividas tradicionalmente. Nos los recuerda el P. Waklbert Bülhmann, con su lenguaje un tanto de– sairado. Le desearíamos unas expresiones de respeto a la Institución, a las si– tuaciones de un pasado y a la dignidad y buena voluntad de las personas. Nos dice que habrá que evangelizar hoy, presentando los diez mandamientos nuevos de Dios, sustentados en los "signos de los tiempos", a saber: autono– mía de las ciencias, los seglares en la Iglesia, ecumenismo, justicia, incultura– ción, diálogo con otras religiones, Justicia y Paz, ecología y escatología, místi– ca y política 2 • Ésta es la tarea de la doctrina social de la Iglesia 3 • Incluye no un conte– nido nuevo o ulterior del mensaje cristiano que se añade al ya existente, si– no que anuncia uno nuevo, pero desde las realidades que se viven, en la ra– dicalidad y plenitud del acontecimiento cristiano descubierto y sentido. Se trata de reencontrar a Cristo en unos tiempos distintos y en una profundi– dad diversa que acepta y asume más plena y más íntegramente la divinidad del mismo Cristo y la profundidad de la humanidad del hombre. Al definir Juan Pablo II la nueva evangelización, la primera nota que destaca es la de "nueva en su ardor", expresión que bíblicamente sugiere un nuevo Pentecostés en la Iglesia y en los evangelizadores, sencillamente un crecimiento de la fe que permite a cada uno encontrarse con Cristo, consigo mismo y con los demás. De ahí que la primera exigencia de la nueva evangelización sea la con– fianza en Cristo y, lógicamente, en la Iglesia, obra suya que ofrece los sacra– mentos y ía Eucaristía, meta siempre actual de toda espiritualidad evangeli– zadora. Se completa con la voluntad de trabajar por el bienestar del prójimo, buscando dar remedio a sus necesidades y aportándole el contagio de la se- 2. Cfr. BÜHLMANN, W., Ojos para ver... Los cristianos ante el tercer milenio, Barcelo– na, 1990. 3. Mientras el p. Bühlmann centra la nueva evangelización en los signos de los tiempos que, en parte, nos describe la doctrina social de la Iglesia, extrañamente, Marciano Vida! afir– ma que la Doctrina Social de la Iglesia no está centrada en los signos de los tiempos. Cfr. VI– DAL, M., El debate interno sobre la Doctrina Social de la Iglesia, en Iglesia Viva 153/154, 1991, pp. 341-342. "Desde hace ya más de un siglo la Iglesia viene dando sus orientaciones sociales; y, sobre todo, a partir del Vaticano II, se viene insistiendo en que en la proclamación del Evan– gelio ha de acentuarse su dimensión pública, sus repercusiones en el campo social.Actuar den– tro de este campo no se debe más que a una razón: la fidelidad al Evangelio. Empeñarse en realidades sociales, económicas y políticas pertenece a la entraña misma del Evangelio, no a snobismos o sentimentalismos de la época con relación a determinadas situaciones", BU– LLÓN HERNÁNDEZ, J., Aportaciones de la "Centesimus annus", en Ecclesia, núms. 2.536- 37, 13 y 20 de julio de 1991, p. 47 (1.107).

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