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398 FRAY SATURNINO ARA Pero no basta la justicia. "Y no es difícil constatar que el sentido de justi– cia se ha despertado a gran escala en el mundo contemporáneo" 5 º. Porque la justicia puede llevar a situaciones que verdaderamente son negación y aniquilamiento del ser humano. De ahí la necesidad de una cari– dad auténtica que contenga en sí las exigencias de la justicia. Esto se tradu– ce para la doctrina social en una apasionada defensa de los derechos de ca– da uno de los individuos; para la nueva evangelización, concomitante a la doctrina social, en un saber descubrir y presentar con rapidez la evolución de la sociedad para poder ofrecer remedio a las necesidades, cuando lo son verdaderamente. "La acción caritativa puede y debe abarcar hoy a todos los hombres y necesidades. Donde quiera que haya hombres carentes de alimento, vestido, vivienda, medicinas, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, o sufriendo el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con diligentes cuidados y ayudarles con la presentación de auxilios. Esta obligación se impone ante todo a los hombres y a los pueblos que viven en la prospeiidad" 51 . La caridad es el mandamiento por excelencia de las enseñanzas de Je– sús, resume la Ley y los Profetas 52 • La Nueva Evangelización y la Doctrina Social tienen futuro, porque el cristiano renovado ha comprendido que ni su acción social ni su predicación pueden tener eficacia si no vienen acom– pañadas del testimonio de la caridad. En el caso del evangelizador que anuncia a Cristo, la valoración de la caridad se manifiesta en una actitud comprensiva, misericordiosa, tolerante o pluralista, puesta de relieve en po– siciones, actitudes y capacidad de estar tanto junto a la felicidad como la desgracia. En el evangelizador comprometido con una acción, el testimonio que adquiere un carácter unitario de solidaridad. Escribe en pág. 749, explicando como el ac– tual superior general de los jesuitas, P. Kolvenbach se expresaba a este respecto: "He escu– chado a jesuitas preguntarse si esta frase (promoción de la justicia) no corre el riesgo de con– vertirse, o si no se ha convertido ya, más bien en un slogan que en una categoría adecuada para fundamentar el trabajo apostólico. (...) Estos jesuitas se preguntan si no sería necesario poner al día nuestra terminología y los conceptos que encierra, a fin de tener en cuenta las experiencias de este decenio y la reflexión teológica sobre las necesidades sociales. Arguyen que la misma palabra "justicia" ha adquirido un sentido más abarcante para las personas abiertas y de sentido social. Existe hoy día una cre– ciente conciencia de que esa palabra está necesariamente vinculada a otras realidades sociocul– turales, y que el trabajo por la justicia, además de la lucha indispensable contra la pobreza, debe incluir asuntos como la promoción por la paz; la defensa de los derechos humanos; la oposición a toda clase de discriminaciones basadas en raza, religión, casta y sexo; el cuidado de la integri– dad de la creación y la prosecución de la solidaridad mundial en todos los niveles" (8.9.89). 50. Dives in misericordia, 12. 51. Apostolicam actuositatem, 8. 52. Cfr. Mt. 22, 34-40; Rom 13, 8-10. 53. Cfr. Juan 14, 6.

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