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396 FRAY SATURNINO ARA tan indiscutibles como la dignidad y libertad de la persona 43 , la subordina– ción de los bienes materiales a los derechos básicos del hombre, el derecho a una remuneración justa para alcanzar unos grados de bienestar, el impor– tante papel del trabajador y del trabajo, manual o intelectual, la empresa, et– cétera. Y es algo más. Es un apostar por el reconocimiento y constatación de una panorámica de nuestro mundo moderno, "donde se da la abundancia de bienes y servicios en algunas partes del mundo" 44 , y donde nos encontramos "con una especie del superdesarrollo" 45 • Es también un compromiso por la construcción de una sociedad en la que, superadas las leyes del mercado, to– me cuerpo de naturaleza lo que venimos calificando con el apelativo de "ci– vilización del amor", que consiste en un empeño de hacer partícipes a los di– versos pueblos y a los distintos continentes de los frutos del desarrollo económico, como base para un auténtico progreso, consecuencia final de la liberación del hombre en Cristo. El empeño y tarea de construir la civilización del amor lo ha asumido la nueva evangelización proclamada por Juan Pablo II, ya se trate del conti– nente latinoamericano, ya de Europa y también de una acción universal de la Iglesia. Justo con el anuncio del Evangelio y proclamación de la fe, la nueva evangelización presenta la necesidad de una promoción de la cultura de la solidaridad, según hemos destacado en apartados anteriores. La solidaridad puede llevar a un auténtico desarrollo integral del hombre que, liberado, puede a su vez poner las bases de una sociedad edificada sobre los principios del respeto a la pluriformidad y de la interdependencia universal. La civilización del amor o, en otras palabras, la distinta y mejor sociedad por la que ha apostado la nueva evangelización, debe ser un logro, conquista o realidad evangélica. Sueño o utopía que embarca a los creyentes en una fa– se de evangelización que denominamos nueva. Precisamente, porque se ha producido la escisión entre fe y cultura, la nueva evangelización no puede contar con la ayuda de costumbre y cultura vivida en cristiano, y busca col- 43. "Estoy de acuerdo en que el ahogo de la libertad ha hecho caer a los regímenes co– munistas europeos. Pero esta afirmación sólo es válida si no se la deslinda del sistema econó– mico de planificación propio de esos regímenes: este sistema económico exige técnicamente para su funcionamiento aquel ahogo de la libertad. Ya en 1981 expliqué con todo detalle (en mi libro El mito del cristianismo socialista) esta relación intrínseca y predije la necesaria de– sintegración del sistema político-económico de aquellos países. Por eso sería más exacto de– cir-y menos expuesto al equívoco de pensar que hubiera sido posible suprimir el ahogo de la libertad sin suprimir el sistema económica planificado- que lo que ha hecho caer a aquellos regímenes ha sido la contradicción entre sistema económico y un grado suficiente aceptable de libertad". MENÉNDEZ URAÑA, E., Nueva evangelización y economía del mercado, en Vida nueva nº 1.829, 15 de febrero de 1992, p. 39 (351). 44. Sollicitudo rei socia/is, 14. 45. lbidem, 28.
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