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392 FRAY SATURNINO ARA paz de ofrecer respeto a los signos de Dios, descubiertos en las demás reli– giones. El ecumenismo aparece, en segundo lugar, como el distintivo del hom– bre religioso de la modernidad y, quizá, como una gracia de lo Alto frente a los fundamentalismos que se hacen presentes y de forma peligrosa y agresi– va. No interesa entrar en las polémicas en torno a la "communio in sacris". Basta, de momento, apreciar que la Iglesia Católica, tal vez con más calor práctico que las otras Iglesias, se ha empeñado por ese acercamiento entre cristianos. Ha pedido perdón humildemente a Dios y a los hermanos sepa– rados, perdonando a los que nos han ofendido. Expresiones del decreto so– bre ecumenismo o "Unitatis redintegratio". La nueva evangelización deberá estar muy atenta a la presentación de la Iglesia y su relevancia social, particular que merece gran atención. Pues resulta chocante que, los mismos que ponen su confianza y apoya su pen– samiento en la fuerza de las estadísticas que señalan una baja en la prácti– ca cristiana o una caída de las vocaciones sacerdotales o religiosas, se ven obligados a confesar su desorientación ante el hecho del peso real social– moral de la Iglesia que no se ha traducido jamás en práctica religiosa, ya que la cultura ha estado más o menos en contra del Evangelio, y ante la realidad de permanencia que la misma Iglesia atribuye a las promesas de su Fundador. Una situación eclesial que la nueva evangelización no podrá menos de presentar y abordar es el del colectivo de las mujeres que encuentran difí– cil situar debidamente su presencia y actividad en la Iglesia. El proceso de la promoción de la mujer en la sociedad registra avances positivos. En el contexto eclesial reviste matices muy particulares, no obstante que la doc– trina social cristiana haya apostado siempre a favor de la mujer. Las nor– mas disciplinares internas no logran superar las barreras impuestas por un contexto social tan distante, como puede ser el siglo I y el siglo xx del cris– tianismo. Es una primera impresión. Se perciben rayos de luz ante una si– tuación que se sigue denunciando como comprometida, pero con poco acierto, sobre todo cuando se viene transcribiendo citas en las que se repi– te que la Iglesia que había perdido a la clase obrera y a los intelectuales en el siglo XIX, corre ahora el peligro de perder el colectivo de las mujeres y de la juventud 35 . Ciertamente las valoraciones religiosas del hombre actual plantean pro– blemas delicados, objeto también de la doctrina social de la Iglesia y de la nueva evangelización, situaciones delicadas y arriesgadas en un marco en el que el creyente se pregunta por el futuro de las distintas religiones y tam– bién de la Iglesia Católica. 35. Cfr. "La ordenación de la mujer". Curso en la universidad de verano, en Vida Nueva n.1799, pp. 18 (1.482)- 19 (1.483).

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