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LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 387 demás, el obrero se siente hoy más solidario de problemas de carácter uni– versal que de los propios del grupo productor. El agente de la nueva evangelización deberá ayudar a tomar y formar conciencia de otros problemas más acuciantes y actuales donde está en jue– go el destino y felicidad terrena del ser humano: relación Norte y Sur, Tercer y Cuarto Mundo con esa problemática, consecuencia de una organización deficiente, egoísta y también injusta de los medios de producción y consu– mo. Hambre e incultura en las naciones menos avanzadas; deficientes recur– sos de salud e higiene; mortandad infantil y media de vida baja; trabajo y dignidad, solidaridad, armamento, deuda externa, vivienda, respeto a las mi– norías y culturas, etc. Cuantas plagas y calamidades vive la humanidad ac– tual en todo el planeta. Las enseñanzas sobre la propiedad y destino universal de los bienes, según afirmaba León XIII en la encíclica Rerum novarum, deberán ser presentadas en relación a nuestros tiempos, cuando más importante que la propiedad aparece el conocimiento o formación, la técnica y el saber en ge– neral. "En este tipo de propiedad mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las naciones industriales" 28 . La riqueza y el bienestar de los hombres dependen también de la capa– cidad de asociarse para conocer oportunamente los bienes necesarios y los del mercado. Y aquí está un campo de acción de la nueva evangelización que se une al esfuerzo sindical y demás organizaciones que defienden los dere– chos de los productores y de los pueblos, ayudándoles a participar de los be– neficios de una sociedad del bienestar. El agente de la nueva evangelización tendrá que presentar la función de ia empresa y de los beneficios obtenidos como comunidad de hombres que buscan satisfacer sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo al servicio de la sociedad entera sin que sea ofendida y humillada la dignidad del hombre. Deberá predicar a un Cristo empeñado en romper barreras y monopo– lios que dejan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos, individuos y naciones, las condiciones básicas que permitan participar en ese desarrollo. Tendrá que recordar que es necesario que las naciones más fuertes sepan ofrecer a las más débiles oportunidades de inserción en la vi– da internacional. Deberá sentirse preocupado por problemas como el de la deuda externa que pesa como amenaza de hambre y de desesperación. La vivienda, etc... 29 28. lbidem, 32. 29. lbidem, 35 y los documentos de la Comisión Justicia y Paz: Al servicio de la comuni– dad humana: Un primer planteamiento ético sobre la deuda internacional, 27 de diciembre de 1986, y ¿Qué has hecho de tu hermano? La Iglesia ante la carencia de vivienda, 27 de diciem– bre de 1987.

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