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362 TARSICIO DE AZCONA teamiento no era universal, libertad para todos los esclavos negros; era parcial, para los negros bautizados, procedentes de dueños no hispanos. La etnia negra quedaba en su punto jurídico; pero se abría una puerta a la li– bertad. Desde la diplomacia y la hegemonía sobre aquellos mares, España jugaba la carta de quitar negros a franceses y herejes que los necesitaban para sus negocios106. 2. Pocos años más tarde se planteó el problema desde otro ángulo y si– guió un camino más tortuoso. Esta vez fue el P. Gabriel de Sanlúcar, mi– sionero de Caracas, quien expuso al Consejo que hacía 30 años, esto es ha– cia 1659, muchos negros y negras esclavos de señores de Caracas huyeron a los montes; podían ser unas 70 almas. Los misioneros pidieron licencia al gobernador y al obispo para salir a "poblarlos donde les señalaren, como se les diese seguro de libertad en nombre del Rey". Este memorial fue consultado por el Consejo y mereció una cédula real al marqués de Casal, Madrid 22 de septiembre de 1689: En la narración hacía referencia a la re– presentación del P. Sanlúcar. El Rey daba licencia para que los misioneros los poblasen, dándoles libertad. Se debía entender de los negros huidos hasta la fecha, no de los que huyesen en adelante; debían ser puestos en pueblo aparte, separados tres o cuatro leguas de los indios. Les concedía li– bertad, con tal que no lo contradijeran sus dueños "pues la Iglesia nunca llama a los infieles apóstatas con pactos, sino voluntariamente, si más fin que el de saluación, en cuyo caso y viniendo los dueños de dichos negros en cederles el derecho que tienen a ellos, hareis (como os mando hagais) se les forme población separada y retirada de los indios... pero entre po– blaciones de españoles la tierra adentro y en parte segura". El teniente de San Carlos debía visitarles dos veces al año 107 • Esta cédula fue llevada el 5 de junio de 1690 al cabildo de Caracas, pre– sidido por el marqués de Casal. Fue leída y se consideró que el Rey confir– maba la libertad a los negros fugitivos de vecinos de la ciudad, con tal que no lo contradijeren sus dueños. El cabildo obedeció la cédula, pero encar– gó al procurador general de la ciudad que elevase al gobernador diversas consideraciones: No estaban de acuerdo con la representación del P. San– lúcar; rehicieron la historia de años anteriores, sobre todo la intervención del negro Manuel Pereira "forastero" muy libertaria, la intervención del gobernador Alberro, que recogió a los negros en las cercanías de Caracas y los Llanos; por los dueños temieron que les robasen los hatos y que sepa– sasen a las cercanías de la misión de los capuchinos de san Carlos y que re– sidiesen en ella. El cabildo llegó a esta conclusión: Si se toleraba a los ne- 106. Se le concedió en dicha fecha licencia para llevar 14 misioneros, imprimir la gramá– tica de los indios chaimas, incluso con una limosna, y abrir el hospicio de Caracas. 107. Representación, cédula real y todo el expediente en AG/, Santo Domingo leg. 222.

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