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360 TARSICIO DE AZCONA ha asegurado también el Vicario General de la diócesis. Dejando lo pasa– do, ve que en sus días sucedía lo mismo y con mayores daños, "como una llama que prende en un monte". Hubo informes, el obispo lo denunció cuando estuvo en la corte, pero sin que llegase el remedio. Los indios no sólo se sublevaron, sino que ayudaron a la corona y defendieron la costa contra los franceses; guardan los hatos de los encomenderos "de los quales es raro el que tiene algo de compasión". Describe casos concretos de in– dios, a quienes el encomendero los tenía por esclavos, pero "se añade velo a velo a los ojos de V.M.". Previene que la esclavitud irá a más con los mí– seros indios, porque las encomiendas cuestan cada día más caras, y "del cuero han de salir las correas", es decir, cuanto más cuesten las encomien– das, más han de trabajar los indios. Los encomenderos se perdían ahogán– dose en la sangre de tanta inocencia y los indios llegaban a su última per– dición no tanto por falta de educación, como por sobra de tiranía. Se alejan del evangelio y teme la ruina de la colonia "por tantos daños e injustas es– clavitudes". Se une a quienes no estaban conformes con el tratamient.o da– do a los indios y ruega que la corona pregone de nuevo a los indios por li– bres "entendiéndose asta aca tan justa y piadosa voz. Es uno, pero quisiera ser muchos para tener más fuerza en su protesta". El P. Jaca se definió ante todo, como defensor de los indios en la citada carta histórica 10 4 . Luego, o al mismo tiempo, se embarcó en la defensa de los negros y de su libertad, tanto siendo paganos, como convertidos cristia– nos. Se sale de nuestro estudio analizar los dos tratados en su contextura bíblica, teológica y eclesial, lo mismo que las tribulaciones sufridas por ellos en Cuba y en la península. Hemos localizado abundante documenta– ción sobre el P. Jaca, que no podemos emplear en este estudio, ya que juz– gamos más significativo aducir datos sobre esta mentalidad en las misiones de Cunamá, Caracas y Guayana. 1. El insigne misionero P. Francisco de Tauste, procurador de Cunamá y Caracas, intervino en la cuestión de forma muy activa. Era coetáneo de los PP. Jaca y Moirans. Había elevado al Consejo varios memoriales, pero no le habían contestado a algunos puntos; precisamente a éste: "Digo que el capítulo que solicita la libertad de los negros, se debe suponer quando los que directamente vienen en busca de la santa fe del Poder de las naciones no sujetas ni obedientes ni a la Iglesia Católica, ni a nuestro Católico rey de España, que propiamente son los franceses y herejes, que habitan las is- 104. No estaba sólo el P. Jaca en su posicionamiento ante las injusticias cometidas con los indios. Documentamos tiempo más tarde un Requerimiento al gobernador de Caracas a ins– tancias del Prefecto de la misión de Cunamá P. Silvestre de Zaragoza "acerca de las hostili– dades y vejaciones de los indios guarahunos y su sujeción a la esclavitud", en AGI, Santo Do– mingo leg. 261, 48 ff.

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