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344 TARSICIO DE AZCONA da a los indios sabriles, huidos del pueblo de Tinacoa, reducido y poblado por dicho Chourio. Este aconsejó a los misioneros que envasen por de– lante emisarios indios de la misma raza; luego entrarían los misioneros con cuatro españoles armados y pagados por la misión. La iniciativa no sólo terminó en fracaso, sino que enfurecidos los sabriles atacaron la no– che del 6-7 de septiembre de 1754 al pueblo de Tinacoa, a sangre y fuego, dejándolo reducido a cenizas; los tres misioneros pudieron salir al huerto y salvaron la vida. Los misioneros aprovecharon este acontecimiento pa– ra hablar recio al poblador Chourio, pues "queda la Misión con el agudo dolor de no poder emplear su celo en la conversión de los gentiles y en– tradas a los indios". Poco más tarde aducía el Prefecto de la misión: "Su atraso sólo se debe atribuir a los embarazos que se le han puesto, no a fal– ta de celo de los operarios... pronptos a sacrificar sus fuerzas y vidas por la conversión de los gentiles en cumplimiento de su obligación a Dios y al Rey". La experiencia y la aclimatación se fueron encargando de atemperar estos primeros impulsos misioneros; aunque sin renunciar al consabido sis– tema de la reducción y de la adoctrinación. La constancia, el realismo y el sacrificio fueron dando sus frutos. Fueron aumentando las reducciones y los pueblos. En Pamplona cerca de los Pirineos se hinchaban las noticias. A fin de no sacar las cosas de quicio, el mismo Provincial Matías de Los Arcos se interesaba el 1 de julio de 1783 por esta cuestión, y el P. Pedro de Fuenterrabía, que conocía el problema desde sus día de visitador le res– pondía: Primera pregunta: ¿Subsistían los 16 pueblos que había en 1775? Respuesta: Ni en dicho año, ni nunca hubo 16 pueblos reducidos. Cuando él visitó la misión en 1775-6 había cuatro pueblos: Piche, Tinacoa, Tintini en la sierra de Perijá y Punta de Piedras en la orilla del lago. Segunda pre– gunta: ¿Habían aumentado los pueblos? Respuesta: Tiene entendido que después se han fundado algunos; por tanto habrá unos siete entre los mo– tilones, misión que está pacífica al presente. Si la misión quisiera atender bien a dichos pueblos serían suficientes unos 18 misioneros. Si la misión quisiera hacer un pueblo en cada rancho de indios, que repugnan unirse con otros, "en tal caso serán necesarios tantos que la Provincia no podrá enviarlos" 7 º. El P. Espera, procurador general de las misiones, solicitaba en 1786 a los respectivos Provinciales el estado de sus misiones y elevaba al Consejo el siguiente estadillo sobre la de Maracaibo: 70. Carta original, Pamplona, 1783 julio 6, en Arch. Prov. Cap. Pamplona, leg. Maracaibo, fecha.

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