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LA ANTIGUA MISIÓN DE MARACAIBO (1749-1820) 337 Fuenterrabía. No así el Comisario General y Provincial de Andalucía, ya que al erigirse la misión fue suplantado por el Provincial de Navarra 55 . Sería necesario más espacio para rehacer la serie de Prefectos de la mi– sión, de los procuradores de las mismas y de los visitadores ocasionales. Aquí es cuando se echa más en falta el "Libro de la misión de Maracaibo", al que hemos aludido al principio 56 . 7. Vida religiosa y misionera Cabría escribir y explayarse en la descripción de la vida heroica de los misioneros en aquellos lejanos reductos de la hispanización, en una clima– tología muy desfavorable, que causó numerosas bajas, entregados a la re– ducción y cristianización de pueblos muy belicosos y con mínima cobertu– ra externa. Los misioneros quedaron diluidos en las doctrinas de los pueblos reducidos, sin otra referencia supralocal que el humilde hospicio de Maracaibo, residencia del Prefecto y del Procurador y al que podían acogerse sobre todo en caso de enfermedad 57 . Puede mejorarse esta insti– tución con abundante documentación dispersa en AGI, así como la cofra– día de la Purísima Concepción instituida en la contigua iglesia de Santa Bárbara. Sin embargo, prescindimos en este momento de detalles sobre esta vi– da heroica, para fijar el estilo de vida religiosa y misionera, tal como se des– prende de la abundante documentación de derecho particular, elaborada para los misioneros. Nos estamos refiriendo a las Ordenaciones, Estatutos y Constituciones, que citaremos con la exactitud posible y analizaremos en algunos caos. Distinguiremos en principio la legislación general para todos los misioneros de las Provincias de España y añadiremos los documentos específicos de los misioneros de Maracaibo. 55. I Ia rehecho con todo detalle la serie de Comisarios y Procuradores Alberto Caballe– ro en su estudio sobre la misión de Caracas en este mismo volumen (en prensa). Las fuentes aportan muchos matices para definir ambas figuras e instituciones. Nombramiento de Fr. Ar– cadio de Osuna, Sevilla, 18 de febrero de 1699 por el Min. Prov. Jerónimo de Baeza. A ins– tancia de Carlos II habían intervenido en agosto de 1692 el Min. Gen. Bernardino de Arezzo, haciendo el primer nombramiento y delegando en lo sucesivo al Provincial, en AG/, Caracas, leg. 766. 56. Nos falta no sólo dicho libro, sino toda noticia sobre los Capítulos misionales, cele– brados en Maracaibo, en los que los misioneros elegían los cargos de prefecto y procurador. Como Visitador, enviado por la Provincia recordamos tan sólo al P. Pedro de Fuenterrabía, del que nos ocuparemos más adelante. 57. B. DE LODARES, Los Franciscanos Capuchinos en Venezuela... , Tomo II, pp. 416- 423.

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