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334 TARSICIO DE AZCONA Jaca adujo que tal disposición no pertenecía a la jurisdicción del obis– po; los misioneros venían voluntarios y ni su mismo prelado los podía retener forzosos; "leí que parece puede ocasionar aumentos solicita con maior instancia su fin, porque es cierto se retiraran los religiosos de aca y de alla de tan loable empleo" 45 • d) "Edificad en aquel nuevo mundo quanto ve afligida (la Iglesia) en Eu– ropa". Tras esta insinuación, parece esconderse el estallido de la revo– lución, sus consecuencias en Europa y en concreto los años sangrantes que afligieron a Navarra al tiempo de la guerra de la Convención. Aquel cúmulo de circunstancias sociales, con toda la Provincia movili– zada en los frentes de batalla y en los hospitales, desviaba la atención de los religiosos de la misión de Maracaibo. e) Es cierto que en la Junta intermedia, Pamplona 12 de mayo de 1797, se tomó el acuerdo de preguntar a todos los candidatos, al explorar su vo– cación, "si se obligan a pasar a la América a servir en la Misión, siem– pre que la Provincia los dispusiese según la necesidad y urgencias de ella, y que en el santo noviciado se haga lo mismo, quedando anotado en el libro de las profesiones" 46 • ~a verdad era que se había abierto un abismo que la Provincia no colmaría nunca, ya que la revolución en Es– paña y en América llamaba a las puertas. f) A estas causas sustanciales pueden añadirse otras accidentales que des– corazonaban a religiosos menos decididos. Procedían del embarque y de la travesía del océano en condiciones nada atractivas. Parece que los largos meses y aun años de espera para el embarque deprimían a no po– cos. Una expedición de nueve misioneros valencianos esperaban em– barcar en Cádiz en 1705; la salida se dilataba; no había destinada limos– na para su manutención y los superiores tomaron la decisión de que volviesen a Valencia. Entonces, el marqués de Casal, presidente del Consejo de Indias, considerando que algunos podían desistir, les ofreció estancia en una hacienda en el camino de Cádiz, desde la que podrían ejercer el ministerio. El Consejo se lo agradeció "pues por su celo se asegura este socorro espiritual en parage donde tanto se necesita". Pe– ro el marqués y el Consejo no contaban con los superiores de la Orden que no permitieron la estancia por ser contra la disciplina regular4 7 • Bien lo entendía el procurador P. Espera, que aceleraba el embarque "para que no refríen ni retrocedan de su vocación dichos misioneros" 48 • 45. Carta original, Caracas 1778 die, 2, en AGI, Santo Domingo leg. 222. 46. Arch. Prov. Cap. Pamplona, Catálogo de Capítulos..., p. 558. 47. AGI, Santo Domingo leg. 677. 48. Bernardo de Espera al Rey, Madrid, 1787 julio 5, en F. DE RIONEGRO, Cartas y do– cumentos..., pp. 21-23.

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