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LA ANTIGUA MISIÓN DE MARACAIBO (1749-1820) 333 retraían a los religiosos. Las razones de los Provinciales para exhortar a mi– siones son tan amplias como la doctrina misionera del Nuevo Testamento o el ejemplo de San Francisco y de sus seguidores. Como en cualquier predi– cador, se puede distinguir en ellas su doctrina, su literatura y su oratoria. Aun perteneciendo a un género especial y no desprovisto de contenido pre– ferimos no analizarlas para evitar repeticiones. En dichas circulares los Pro– vinciales hacen alusiones a los motivos que retraían a los religiosos. No son muchos ni al parecer sustanciales: Estaba lleno el cupo; "aquí hay campo vasto... todo es trabajar por las almas"; no se guardaba el siglo a quienes se ofrecían; los informes que llegaban de América no eran estimulantes; la mi– sión de Maracaibo era muy dura; en general, se alude a dificultades de difí– cil evaluación. Por otra parte, no hemos encontrado ningún escrito en el que se expongan con orden y califiquen dichas dificultades. Por eso es deber nuestro deducir las verdaderas dificultades que se ofrecían a los religiosos, desde otros puntos de vista: a) La provincia era pequeña de conventos y corta de religiosos "por aver muchos ancianos y achacosos" 42 • b) En el Consejo achacaban a algunos "religiosos graduados, que lejos de ellos de emprender el apostólico ministerio procuran estorbar a los que tienen vocación para ello; poniéndoles el óbice poco menos que de apóstatas" 43 • c) Destino de por vida, impuesto por la autoridad civil, una vez que se ha– bía dado el nombre al Consejo de Indias. Esto lo dieron a entender los mismos misioneros. Veamos el ejemplo del eminente aragonés P. Fran– cisco de Tauste. A instancia del obispo de Caracas, Antonio González de Acuña, el Rey mandó por cédula de 23 de enero de 1675 que no se permitiese venir a España a ningún misionero capuchino de aquellas misiones. Ante tal cédula reaccionaba el P. Tauste: "Si esta resolución se publicase en las Provincias... quizás se resfriaría el celo y el fervor de los que desean pasar a combertir aquellas almas, viendo imposibilitada la buelta en caso de necesidad por la fragilidad de la naturaleza huma– na... demas que hasta aora no se ha visto que ningún religioso de los que en veinte y ocho años an pasado, aya venido sino es a negocio de las mismas misiones" 44 • El obispo de Caracas no se plegó, sino que al parecer mantuvo la norma, apoyado en la cédula real, lo que lanzó a otro religioso aragonés a una réplica más dura. El P. Francisco José de 42. La expresión se debe al Procurador de las misiones J. Bernardo de Espera, en F. DE RIONEGRO, Cartas y documentos..., pp. 21-23. 43. J. Bernardo de Espera al Provincial Matías de Rincón, Madrid, 6 de junio de 1787, en F. DE RIONEGRO, Cartas y documentos..., p. 15. 44. AGI, Santo Domingo leg. 222.

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