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258 FRAY SATURNINO ARA de otras creencias religiosas y cuantos hombres de buena voluntad se em– peñan por construir un mundo más humano y más feliz. Lo hemos dialogado y reflexionado. Fue desde el sur de Andalucía, de donde partió una invasión que primero permitió, luego toleró y finalmen– te facilitó e hizo posible la convivencia de culturas como la cristiana, judía y árabe, si se nos apura mucho, luego castellano-andaluza, trasladada des– pués a América. El franciscano se ha alzado con la gloria de un entendi– miento con la cultura islámica que el íbero h;i vivido en sus entrañas, no obstante los ocho siglos de reconquista y sus secuelas 26 • El aprendizaje de la vida fraterna podríamos valorarlo como medio efi– caz que prepara el capuchino evangelizador del futuro a comprometerse con el principio de la integración plena de la mujer en la programación y actuación de la misión evangelizadora, porque si la mujer, en particular la consagrada, se ha destacado en la Iglesia y sociedad, ha sido preferente– mente por su acción evangelizadora y promotora de los má_s pobres y abandonados. Y una observación final: no está reñida la fraternidad, como expresión de vida evangelizadora y actuación apostólica de servicio al Pueblo de Dios, con una estructuración de la misma que si no implica, en modo algu– no, la exigencia de la ordenación sacerdotal como requisito para el ejer– cicio del apostolado, ciertamente admite sea lógico el reconocimiento de que únicamente quien ha recibido la imposición de las manos pueda ejer– cer ministerios ordenados, entre los que se incluye el de la cura pastoral de los Hermanos ... Una fraternidad, escuela respetuosa de los distintos y diversos caris– mas, sacerdotales o laicales, no cahe duda de que puede marcar el rasgo de acercamiento fraterno y valorativo de cada situación personal, lo que debe caracterizar al evangelizador de una sociedad de futuro que procla– ma sus derechos de igualdad, pero es celosa al mismo tiempo de la valora– ción y respeto de los distintos y diversos carismas o vocaciones y de la pro– pia identidad o peculiaridad. 26. Escribe MARTÍNEZ MONTAVEZ, p., Europa y el Islam, en Razón y fe,julio-agos– to 1991, pp. 32-33: "Al respecto, me voy a permitir recordar un dato quizá no carente de sig– nificado: el volumen correspondiente a Al-Andalus publicado por la Comisión Quinto Cen– tenario se subtitula expresivamente, el 'Islam en España'. Quizá la cosa no resultara objetable en principio ni significativa, reitero, si el análogo correspondiente a Se.farad no llevara asi– mismo otro subtítulo: en este caso, 'La España judía'. ¿No existe ninguna coincidencia en es– ta evidente asimetría?, ¿es tan sólo producto del azar? "Finalizo expresando mi esperanza -no, desde luego, muy ilusionada ni convencida de que empecemos a dedicar también a todo ese otro Islam que nos queda por conocer y di– fundir todo el interés que merece... "-. El que nos preocupa e inquieta es el de los pozos pe– trolíferos, del que habla en páginas anteriores.
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