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DESCRIPCIÓN ROBOT DEL CAPUCIIlNO EVANGELIZADOR 257 que responde a criterios de democracia, libertad, participación, amistad, ecología, visión planetaria, etc. Pensamos también en ese hombre que vive el contexto de cambio que exige la aceptación de expresiones de vida co– munitaria, signos de fraternidad, tan distintos y diversos del pasado. Y fi– nalmente pensamos en el ser humano que es consciente de haber supera– do la sociedad del trabajo y ha pasado a la de la comunidad y reacciona contra el peligro que supone que cuantos mayores son los canales de co– municación, paradójicamente se tiene menos cosas que decir en familia. Con bastante frecuencia se confunde la fraternidad con la exposición de contextos o formas de vida del pasado, cuya reproducción no ayuda ab– solutamente al nuevo evangelizador en su deseo de acercamiento a áreas de las personas, sobre todo afectiva y práxica. La fraternidad es un apostar por la vida que merece vivirse, dirá el nuevo evangelizador a nuestras gen– tes, las mismas gentes que esperan del evangelizador un signo de respeto y aliento para quienes ya vivieron su vida, los mayores o ancianos que se preparan a dar el paso a la eternidad, después de haber agradecido el goce y disfrute de la vida y, en tantos casos, la serenidad de un aceptar el dolor y el infortunio en la esperanza de Dios. La fraternidad, programa de vida del capuchino evangelizador, puede transformar su misión en un revulsivo que comprometa a pensar y soñar en convertirse en focos pacíficos y gratificantes de convivencia más que en denunciadores amargados de situaciones difíciles de superar; promotores del consenso y no tanto del legalismo e incluso de la misma justicia. El evangelizador formado en la escuela de la fraternidad puede afron– tar con calidad de experiencia el problema ecuménico que es, tal vez, el problema por excelencia para el futuro de las religiones y de ejercicio de la libertad religiosa 25 • Comenzando por dar signos de acercamiento inter– franciscano, ya que en la realidad eclesial se observan hechos convergen– tes que nos invitan al diálogo con todos, incluidos los no creyentes. San Francisco tuvo deferencia particular con el Islam y sus represen– tantes, porque se sentía hermano de todos. Damos por supuesto que el ca– puchino evangelizador del futuro se preocupará de confraternizar con los musulmanes, al igual que lo viene haciendo con los israelitas y seguidores 25. "Por otra parte, el respeto de la libertad y la justa conciencia de los valores que se en– cuentran en las otras tradiciones religiosas no deben inducir al relativismo, ni debilitar la conciencia de la necesidad y de la urgencia de anunciar a Cristo. En el presente contexto plu– ralista la opción de la Iglesia no es el relativismo, sino un sincero y prudente diálogo, que "le– jos de debilitar la fe la haga más profunda". En realidad, la nueva evangelización exige for– mación de sacerdotes, religiosos y laicos plenamente enraizados en la propia fe y, por tanto, capaces de iniciar este múltiple diálogo". Declaración final de la Asamblea Especial para Eu– ropa del Sínodo de Obispos (28.11.1991 a 11.12.1991), en Ecclesia, núm. 2.559, 21 de diciem– bre de 1991, p.14.
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