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256 FRAY SATURNINO ARA El capuchino evangelizador del mañana deberá encarnarse en las rea– lidades de pobreza, pero al mismo tiempo deberá estar dotado de los co– nocimientos sociales que le permitan lanzarse a realizaciones u organiza– ciones a favor de los pobres, -fue un rasgo del pasado-, con proyección de actualidad. Hundirá sus raíces en nuestro pasado y ofrecerá esperanzas, realidades, para el futuro del mundo social. No hablará de cuestiones obreras o sociales, sino que en fuerza de una auténtica visión de la humanidad como "aldea global" y como una sola fa– milia, se situará del lado de los defensores de los marginados del Tercer Mundo, de zonas agrícolas y rurales que, tal vez, sufren mayores problemas que las zonas industriales y de servicio, de las agrupaciones, eclesialmente llamadas parroquiales, situadas en nuevas y distintas realidades que no se podrán definir como urbana, rural, de base ,obrera, de campo universitario, etc. Una opción decidida por estar y trabajar en favor de las gentes menos favorecidas. No parece que sea la riqueza la que aleja hoy la Iglesia del mundo de los obreros. Menos lo será en el futuro. Los ataques contra la riqueza de la Iglesia y de los institutos religiosos son tópicos, reflejo de un bajo nivel for– mativo, sostenidos por una información tendenciosa y partidista. Quizá el mayor distanciamiento de la Iglesia por parte de los pobres pueda venir de su bagaje de ciencia y conocimiento que la sociedad de la tercera ola valo– ra como poder que el evangelizador del futuro se verá precisado a usar en tanto que sea un servicio. El evangelizador del futuro, libre del bagaje de la ciencia, podrá aparecer como hombre sin poder, pero puede terminar por dificultar o no acertar con el servicio u opción por los pobres. Pensamos y sabemos que el capuchino, evangelizador del mañana, se pronunciará a favor de una opción decidida por los pobres, como exigen– cia evangélica recogida en el carisma franciscano, y consecuencia también de ese conjunto de actitudes y sensibilidades que se expresan a través de la solidaridad vivida en clima de tolerancia y en educación democrática. So– lidaridad que es igual d fraternidad, rasgo al que dedicamos el siguiente apartado. 2. 7 Viviendo en fraternidad Fraternidad no se opone a estructura y organización. Una evangeliza– ción de futuro sin estructuras y sin instituciones sería no sólo contraria, si– no negación de la misma Fraternidad y del pueblo de Dios, agrupación organizada. Cuando hablamos del capuchino evangelizador del futuro vi– viendo en fraternidad, pensamos en el religioso ciudadano del mundo ac– tual que ha desarrollado, en virtud del propio patrimonio espiritual, esa nueva sensibilidad antropológica propia de la vida en grupo, sensibilidad,

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