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DESCRIPCIÓN ROBOT DEL CAPUCHINO EVANGELIZADOR 253 con una promoción humana y una actuación en justicia puede poner en riesgo la actividad del confesor, del animador de grupo, del capuchino evangelizador del futuro, fuerte en misericordia. Pinchás Lapide afirma que el Sermón del Monte es "el programa de paz de un idealista del pensamiento realista". Es decir, la no violencia, la mise– ricordia no es un programa proclamado para pocos, es la exigencia del cris– tianismo que apuesta por los derechos humanos respetados, por la solida– ridad, por la justicia, por la libertad, la paz, etc., en clave de misericordia. Reconstruyamos la figura del capuchino que es aceptado y tiene acogi– da entre todas las clases sociales, supuesta su tradicional disponibilidad, bondad, intercesión ante pobres y ricos, mensajero y hacedor de paz entre los que disputan, componedor de cuestiones en litigio, etc. Recreemos la actitud desinteresada de quien se acerca a los demás, guiado por la miseri– cordia experimentada en Dios, y busca únicamente ofrecer el perdón, me– diante la oferta personal de la acogida y de la comprensión. 2.5 Servidor por igual del mundo urbano y rural Léase, sencillamente, presencia en las realidades de nuestra sociedad, de esa que se configura en la vida urbana y en la vida rural y en el mundo que, en las sociedades más avanzadas, se denomina de los servicios. Es allí donde se perfila la vida de futuro. Hoy nuestros semejantes se agrupan en esas grandes metrópolis o conglomeraciones urbanas que ofrecen servi– cios y, al mismo tiempo, están creando la nueva cultura, es decir, esos mo– dos de ser que afectan también a los sectores rurales, cada día más urbanos en su modo de vivir, siempre menos rurales, menos de la ola agrícola. Di– cho en lenguaje socio-eclesial: sociedades en proceso de secularización y en situación de pluralismo, donde debe darse una presencia y modo de ser más acorde con el Evangelio. Se critican las formas de vida que responden a épocas y sociedades sa– crales. No se acierta con una presencia actualizada que evangelice en con– formidad con el modo de ser de nuestra sociedad, urbana y rural, globali– zada y uniformada en sus servicios. La "aldea global". El capuchino evangelizador del futuro deberá ser, también, un hombre sin fronteras, incluso respecto a esas barreras que se levantan, pero no di– viden las zonas rurales y zonas urbanas. Los valores que viven nuestras ciu– dades y nuestros pueblos no son valores ni rurales ni urbanos, sino de civi– lización o cultura occidental: libertad, democracia, igualdad del hombre y la mujer, aprecio de la efectividad y de la sexualidad humana, tolerancia, formación técnica, etc. Delicado y empeñativo compromiso para el capuchino evangelizador del futuro es el de la especialidad que requieren todos y cada uno de los

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