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252 FRAY SATURNINO ARA que descubre en la creación y ve en ella un reflejo de la bondad y belleza de Dios Providente y Misericordioso. Al hablar de misericordia se suele pensar casi espontáneamente en la ejercida en el foro de la conciencia, la que libra al hombre del pecado, apa– cigua y tranquiliza las almas y elimina tantos escrúpulos y temores debidos a una formación moralmente atormentadora. Pudiera ser que esta parti– cularidad fuera la requerida como el distintivo del capuchino de hoy, nue– vo evangelizador, principalmente del dedicado a la tarea del confesiona– rio, sin pretensiones de dirección y orientación, pero con decidida opción de testimonio de acogida y perdón al nombre y en nombre de Cristo, ya que el ser humano está necesitado de acogida. Sucede, entonces, que el hombre recobra la alegría, como consecuencia de un "Jubileo" que le devuelve a su dimensión divina. 19 Pero el capuchino evangelizador del futuro, fuerte en misericordia, debe significarse por una posición decidida frente a las injusticias. Estará y optará por los pobres, en el sentido de pueblo, población o gentes de a pie, si bien hoy ya está con ese PUEBLO... que vive la angustia de querer creer y no puede, que se encuentra en un estado de materialismo, indife– rencia, ateísmo, etcétera. Fundamentará su misión evangelizadora o apostólica no tanto en la lu– cha contra las injusticias que pesan gravemente sobre la vida de la huma– nidad, cuanto en la presentación de la Misericordia de Dios, de su Bondad, de su Apertura: "La misericordia auténticamente cristiana es también en cierto sentido, la más perfectamente encarnación de la "igualdad" entre los hombres y por consiguiente también la encarnación más perfecta de la jus– ticia20. De ahí que la misericordia sea el mejor modo de encajar y comprome– terse con las gentes ansiosas de justicia y que buscan caminos de rectitud que permitan vivir y respetar la dignidad humana y de creyente. No hace falta mucha reflexión e imaginación para darse cuenta de que arrastra su existencia en el subdesarrollo, está lleno de conflictos: el rechazo, la opre– sión, la explotación, la soledad, el sufrimiento tienen multitud de nombres y representación. Solamente quien acoge con misericordia puede ayudar a resurgir de la esperanza, que alimentará la praxis utópica, en el momento mismo de la dificultad y del conflicto. El capuchino evangelizador del futuro deberá soñar y trabajar con una doctrina social de la Iglesia, que lleva a Dios por encima de la justicia, en un compromiso de respeto, convivencia, solidaridad y acogida que son las características constantes de la misericordia. Quizá, el compromiso directo 19. Cfr. Dominus et vivificantem, 52. 20. Dives in misericordia. 14.

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