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232 VALENTÍ SERRA DE MANRESA abasteciendo las tropas del Rey en cuanto necesitaban, y contribuyendo con caballos; víveres y utensilios de todas clases a su sostenimiento. Eran realis– tas exagerados y odiaban la República porque la creían hija de la Revolu– ción Francesa. " 6 Realistas exagerados y, sin embargo, muy poco "realistas", pues fueron demasiado crédulos y confiaron excesivamente en las promesas del gene– ral Morillo, al servicio de Fernando VIL A principios del año 1817, las de– fensas de las tropas monárquicas eran ya muy escasas e insuficientes, lo que facilitó notablemente al general Piar poder remontar el río Orinoco con 30 naves y adueñarse por sorpresa de la Guayana. Efectivamente, en el mes de febrero de 1817, Piar se apoderaba de la mayoría de los pueblos de la misión y encarcelaba a todos los misioneros capuchinos; a 20 de ellos les tocó ser víctimas de las atrocidades de Bolívar quien, después de llegar en mayo de 1817 a la misión de la Purísima Concepción de Caroní, él mis– mo ordenaba sacrificar a los misioneros por las saetas de !os indios de la reducción. Así lo atestigua el historiador ya citado Duarte Level: "El 7 de mayo en la mañana fueron sacados del convento los 18 capuchinos y los dos enfermeros que quedaban allí, y los indios que formaban la guarnición de Caruachi los llevaron a la orilla del río donde en cortos momentos fueron sacrificados... Piar desaprobó la ocurrencia, así en Caruachi corno en Upa– ta, y públicamente la atribuyó a Bolívw; de quien dijo no podía ser su ami– go después de semejante crueldad. " 7 ¿Y qué significó la misión de la Guayana? Según la opinión cualifica– da del Consejo de Indias, así enjuiciaba la misión de los capuchinos cata– lanes: "La Mesa puede asegurar que estas misiones de los capuchinos son tal vez de las más bien servidas y desempeñadas" 8 ; al ser clausuradas las misiones de la Guayana, los capuchinos catalanes habían dejado construi– dos 29 pueblos con casas, templos, agua recogida en estanques y multitud de industrias beneficiosas para la población indígena como cordelerías, destilerías, molinos de caña; escuelas donde se enseñaba al indio a leer, es– cribir y solfeo y, finalmente, una agricultura floreciente de caña de azúcar, algodón, yuca, boniato, e inmensos hatos de ganado mayor y menor que era la más importante riqueza y base de la alimentación para los misione– ros, indígenas y resto de la población. Desde que el general Piar tomó las misiones, estos hatos fueron la base de aprovisionamiento para todo el 6. L. DUARTE LEVEL, Los Capuchinos, serie de artículos publicados en la prensa ve– nezolana y, recogidos y editados por BUENAVENTURA DE CARROCERA, Misión de los capuchinos en Guayana, vol. III, Doc. 324. 7. lbidem, doc. 324, pp. 318 ss. 8. Documento conservado en el ARCHIVO GENERAL DE INDIAS, [AGI] Estante 141, citado por BALTASAR DE LODARES en su Historia de las antiguas Misiones de los Franciscanos-Capuchinos en Venezuela. Tomo II, Caracas 1930, p. 316.

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