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230 VALENTÍ SERRA DE MANRESA cada por la resolución del Consejo de Indias, del 25 de noviembre de 1690, que asignaba los territorios de Trinidad y Guayana, oficialmente, a los ca– puchinos de Cataluña. Después de una fecunda actividad en la isla de Trinidad donde, escasa– mente en 30 años se había logrado catequizar y reducir los pocos índíos na– parima que la poblaban, se iniciaba la titánica empresa de la evangeliza– ción de la Guayana. Una Real Cédula del 24 de junio de 1722 decretaba la reorganización de las misiones de la baja Guayana, en la región del Caro• ní. Sin reparar en sacrificios y heroicos esfuerzos, los misioneros no vaci– laron penetrar en la región del Caroní, mientras manifestaban al rey que "estaban dispuestos a vencer o morir" puesto que, hasta aquel momento, todas las tentativas misioneras realizadas en la malsana región se veían obligadas a abandonar, ante las serias dificultades que hallaban por todas partes y, sobre todo, por la falta absoluta de medios de subsistencia. Te– niendo en cuenta este reto, los misioneros catalanes, convencidos de que la misión no tendría vida ni futuro si no lograban asegurar el sostenimiento, desarrollaron un plan que diese medios propios de subsistencia a los mi– sioneros y a los indígenas, poniendo en marcha la organización de próspe– ras reducciones, cuya riqueza y progreso despertó, a la vez, admiración y críticas interesadas. Así se expresaba el Prefecto de la Misión, Benet de la Garriga, en un informe presentado al Comisario General fr. Joseph-Fran– cesc de Barcelona:" Tengo concluida la visita y, habiendo seguido y visto to– dos los pueblos de nuestro cargo, he hallado que están los indios bien abas– tecidos de comida, abundantes de labranzas o sementeras de yuca y demás frutos, que es la primera circunstancia necesaria para mantenerse en sus pueblos. " 2 Los límites de la misión no se concretaron hasta el 20 de marzo de 1734, en que jesuitas, franciscanos y capuchinos, firmaron un convenio amistoso que se plasmó en la Real Cédula del 16 de septiembre de 1736. Según dicho convenio la misión de los capuchinos de Cataluña abarcaba toda la región que se extendía desde Angostura (hoy Ciudad Bolívar), si– guiendo el curso del Orinoco por la orilla derecha hasta el mar y, desde Angostura, trazando una línea ideal y recta hasta el Amazonas. En opinión de los misioneros vivían en este dilatado territorio 17 naciones o clases de indios: guayabos, guaraunos, guaycas, caribes, araucas, etc. y actualmente nos resulta muy difícil poder dar una cifra exacta de los indígenas que ha– bía en las reducciones de los capuchinos catalanes; mientras los misioneros daban una cifra de 21.246 en 1816 (una año antes de ser clausurados de la 2. Informe de Benet de la Garriga sobre la misi6n de la Guayana al Comisario General Joseph-Francesc de Barcelona,Altagracia, 1 febrero 1779 (Doc. Conservado alArxiu Provin– cial deis Caput:.:ins de Catalunya [APCCJ, Missions, Llig. A-4-5).

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