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, 62 REFLEJOS.-PR. BASILIO DE PINILLA casa pone alma al paisaje y el desierto cobra vida cuando el homhre desvia hacia él·un riachuelo» (20). Nuestra misión de trabajo en el mundo queda, pues, resuelta en una actitud mesiánica, capaz de desarrollar todas las posibilidades susceptibles de ser actuales por el hombre. D) Necesidad vital y condiciones de nuestro trabajo en esta economía. Asociación a la actividad creadora. Aquí está el valor funda– mental de nuestro trabajo, anterior a cualquier caráccer de necesidad vital. Esto no lo excluímos, pero ignoramos su alcance en la econo– mía frustrada por el pecado. Ciertamente que no debemos insistir,. como frecuentemente se hace, de modo que se anule el primer aspec– to ante esa exigencia. Por ser al principio maravillosamente fecunda la tierra, no tendría el trabajo gran finalidad respecto a la vida. Por eso le hemos buscado otro motivo más universal y más digno tam– bién. Porque de no tener más objeto nuestro esfuerzo que satisfacer necesidades, tendríamos al hombre, en algún sentido, más bajo que los demás vivientes. Decía Jesucristo que ,las aves del cielo no siembran y el Padre celestial las alimenta; los lirios del campo no hilan y su porte sobrepasa toda la gloria de Salomón» (21). Hemos elevado el trabajo y hemos encontrado su ley radicando en nuestra naturaleza con la ratificación ulterior de un precepto di– vino. Nuestro trabajo tiene sentido mesiánico. De este modo todos nos convertimos en órganos de una revelación que el mundo mate– rial necesita; una revelación progresiva, cuyo último profeta será el ú1timo de los hombres. Aquí no habrá, como en la Revelación hecha a la humanidad, un apóstol postrero que clausure el círculo con su muerte. En las primeras páginas de la Escritura se indican las condicio– nes de esta colaboración, si el pecado no hubiera destruído el plan inicial. El hombre, inocente, señor de lo creado, inmortal, iría orde- 20.-CHENÚ, D., o. c., p. 39. 21.-Math., 6, 26.

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