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SENTIDO TEOLOGICO DEL TRABAJO 57 2.-Perfección del mundo. a) Exígencías.-Vamos a estudiar el sentido de este segundo aspecto de nuestra actividad: el trabajo en lo que importa de influjo en el mundo material. Hemos visto la resonancia que en nosotros adquiere la intimidad de Dios al concretar,se en nuestra obra perso– nal e íntima. Su acción creadora se proyecta en este nuestro qu~ha– cer del mundo de la materia. La idea divina de nuestra colaboración se concretiza al encarnar su imagen en esa unidad de espíritu y ma– teria que integra nuestra naturaleza. El espíritu consagra nuestra actividad; pero es el cuerpo, la materia, quien, al hacernos solidarios del cosmos, determina próximamente nuestro actuar en el mundo. La imposición explícita de Dios eleva a la categoría del precepto éste qne ya sería postulado de nuestra naturaleza. No deja de ser llamativa la semejanza que existe entre la ACCION CREADORA de Dios y nuestro tral?ajo en el mundo. «Existe cierta correlación íntima entre una .filo~ofía del trabajo y el dogma de la creación» (13). Dios, principio y fin de la creación, dirige todas sus obras a la propia gloria. Para la escuela franciscana es 1a Encarna– ción del Verbo quien da sentido a la obra de los seis días; Dios bus– ca sobre todo la producción de un ser capaz de unírsele con un amor infinito. Pero al Creador, a la vez que se propone este fin ab– solutamente último, se prodiga en otros seres, cuya perfección se sitúa precisamente en la glorificación de la divinidad. También el tono fundamental de nuestro trabajo en el mundb viene acordado por fines personales. El hombre no trabaja la materia por ella mis– ma, pues, poniendo este trabajo como fin, limitamos, al menos en ¡:,arte, el fin del espíritu. El hombre, como Dios al crear, debe actuar en el mundo pensando en sí mismo, ya que la perfección de éste se halla en razón directa de su ordenación al hombre para quien fué inmediatamente creado. Sólo quisiéramos añadir un nuevo detalle que evidencia el para– lelismo que venimos señalando en esta doble acción de Dios y del hombre. El descanso sabático importa un símbolo acabado del día séptimo que el Crec:,dor dedica al descanso. Dios, que en su vida 13.-THILs, G., «Teología de las realidades terrenas>, Buenos Aires, 1948, pg. 159. e

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