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56 REFLEJOS.-FR. BASILIO DE PINILLA nas insistiendo en la actividad trascendente, que recoge nuestro tra– bajo en el mundo, por ser él objeto primario de nuestro estudio. 1. -Perfección individual. La perfección individual ha de. ser el móvil de toda nuestra acti– vidad. Pero sobre todo, a ella apunta ese trabajo íntimo y personal que radica en un conato de realización plena, cuyo tipo perfecto es la vida íntima de Dios. Nuestra vida personal recoge el último eco de la vida íntima de Dios, perpetuada en un acto simplicísimo y eterno, que se traduce en la generación de un Verbo absolutamente expresivo y que restitu– ye a su Principio la Plenitud de lo que ha recibido de El, sin conser– var este Don en la integridad de su infinita riqueza. Reproducir en lo posible ese Verbo, absolutamente expresivo de Dios: he aquí nuestra tarea personal, sublimada hasta lo divino, el fundamento más apropiado a un esfuerzo fecundo, actuando paso a paso ese mundo inédito de posibilidades latentes en esía pequeña imagen de Dios que es el hombre. Este es el objetivo que flecha nuestra conquista por el trabajo en su aspecto de perfección inma– nente. El Acreedor intenta hacernos ganar el préstamo inicial, para que esa adquisición permita transformar el préstamo en don. Todo trabajo, en esta su referencia personal que implica necesa– riamente, reviste un carácter de cooperación a la obra de Dios, que tiende naturalmente a la revelación más perfecta de su Imagen en nosotros. El ser de las cosas consiste en su grado de semejanza con Dios. Consiguientemente, todo aquello que las permita realizar más adecuadamente su ser, las aproximará, en el mismo grado, a la imagen divina. No cabe ideal más elevado en nuestro trabajo, ni motivo más fecundo. La vida íntima de Dios preside nuestra actividad inmanen– te; nos hallamos asociados a la obra divina que se dirige a realizar, cada vez más perfectamente, su epifanía en nosotros. La perfección individual y la realización de nuestras posibilidades son dos aspec– tos de una misma realidad, con idéntico sentido: la revelación pro– gresiva de la divinidad en nosotros.