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ÜAPUCIDNOS PRECURSORES DEL P. BART. BARBERIS 371 ~vctor Angénco, -:,~ 0 1 otro que sigue la línea trazafü1. :::--:-:- ~~ ~J.– til ;, pero la alegría que ace brotar en el pecho no puede ser com– pleta, al echar de menos en las escuelas la presencia del Doctor Seráfico. Príncipe es S. Buenaventura de la Escolástica y en ver– dad grande el monumento doctrinal levantado por su mente. Gaudencio queda en cierto modo asombrado en presencia del hecho que observa en el seno mismo de !a gran familia fran– ciscana, esto es, esa actitud pasiva en orden al estudio de S. Bue– na.ventur~, « nemo fere nostrum vestigi1tm ejus retulerit » (1). Este– hecho constituye una lamentable deserción. Todos aclaman a Escoto, agudo, sutil, príncipe de los teólogos ; enhorabuena ; pero de eso no es justo concluir que S. Buenaventura deba darse al olvido (2). No ignora Gaudencio que dentro de su propia familia S. Bue– naventura había tenido sus seguidores ; pero a su juicio, no de– ben ser considerados como buenaventuristas, pues tanto Trigosot como Udine y Ooriolano, formados en otras escuelas, se empe– ñan en llevar a S. Buenaventura o a la de los escotistas o bien a la de los tomistas ; solamente admite una excepción en favor de Forestes, su maestro, a quien considera como fiel intérprete– de S. Buenaventura. Gaudencio se propone darnos una teología « ad 08 ac mentem Seraphü:i ». En la orientación de nuestra Orden hacia S. Buenaventura la obra de Bontempi reviste una grande importancia. La propia personalidad teológica de S. Buenaventura se presenta en él con mayor distinción que en. los comentaristas que le habían prece– dido ; el pensamiento de S. Buenaventura se ofrece más puro.. Esto no quiere decir que el P. Gaudencio sea un buenaventuris– ta cabal. A través de su tendencia y esfuerzos por restituir al pensamiento buenavent1ll'iano su independencia, se descubre allá en el fondo de su espíritu, al situarse entre la escuela tomista y la escotista, una especie de aversión hacia esta última, y, al mismo tiempo, cierta simpatía por la primera ; de aquí que no debe causar extrañeza el que no pocas veces ponga a S. Buena– ventura de par de S. Tomás contra Escoto. Así vemo., (3) que, al determinar la naturaleza propia del acto (1) GAUDENTIUS, op. cit., t. I, Praemonitoria auctoris epistola. ( 2) « Omnes Scotum acutum, subtilem, theologorum principem incla– mant; ideone D. Bonaventura obliviscendus ! » In., op. cit., t. I, appara.– tus, p. VII. (3) GAUDENTIUS, op. cit., t. I, tract. 1, disp. 11, q. 9, p. 109.

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