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iti6 DONA to b E ral que se presupone. Y todo esto es del mismo Jesús, que ha tenido, según dicen, una postura positiva, de franca afirmación ante el mundo y sus valores. Es cierto que, según la ~senda de la doctrina evangélica, "sólo Dios basta a los hombres; Dios basta siempre y en toda circunstan– cia" rn. Pero los hombres, los hijos del reino, han de caminar hacia Dios rodeados y exigidos por las cosas del mundo y sus problemas. ¿Bastaría con reputar por nada todo el mundo y, consiguientemente, despreciarlo como suma sabiduría por los reinos celestiales? 20 • Si atendemos al hombre en concreto es verdad que "si el grano de trigo muere lleva mucho fruto" 21 , pero la nueva creatura, el hombre redimi– do, no se cimenta sobre la nada ni sólo sobre los escombros, inútiles y yertos del viejo Adán de barro. Es un hombre al revés, con todo su potencial humano, terreno de antes --pasiones, instintos, circunstan– cias- sublimado, encauzado y aprovechado por la gracia. Es el gra– no de trigo que debe morir ,sí, pero para sacar de ~us propias ruinas, nutriéndose humanamente de ias mismas posibilidades y del mismo ambiente, espiga rozagante y prometedora. En términos generales podría responderse que io desconcertante y nuevo que acabamos de reseñar en la ética evangélica e:s el hecho d~ que se mueve en un mundo de valores distinto, por no decir contrario, de los valores que fomentan y cierran el horizonte de nuestra vida mundana. Quizá, pues, el principio fundamental para conocer a fondo el sentido del mensaje evangélico sea el que pudiéramos llamar: prin– cipio de la relatividad sobrenatural. La mente y el lenguaje del Maestro -lo m~smo hay que decir de los escritores neofestamentarios--- se mueven en un mundo de valores supraterreno~, con foco-eje en el reino de :la Beatitud, con su doble fa– se, eterna y temporal, en el cielo y en la Iglesia. El fin de la venida de Cristo al mundo no es otro, en última instancia, que procurar habitan– tes, ciudadanos de ese reino, reclutar hijos de Dios individualmente por la gracia y cooperar al mantenimiento de los mismois mediante la obra y comunidad social de la Iglesia. Es un error, pues, proyectar sin más condus.10nes de los dichos de Jesús sobre el mundo y el hombre, 19. W1LLAM, La vida de Je11ús en el pa(11 y pueblo de l•rael •, trad. de JHé Solá, S. I. (Ma. drld, 1935) 212. 20. Cf. Imitación de Cri11to, 11 c. 1; J. 111. c. 53 et alibi. 21. lo líi, 24.

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