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Ei. MüNbó, SEGÚN SAN }iJAN uliimamente, fe y vida de hombres que "esperan" una compensadón justa y que por esto está, sobre todo, de parte de los débiles, pobres y desheredadGs de la felicidad mundana? ¿Es un error buscar en el Evangelio -programa de vida de un reino que no es de este mun-• <.:u 17---, el diagnóstiico ético a los problemas que plantean los valore& tenenos con que debemos nutrirnos y vivir aquí abajo? ¿I::ais fuerzas cte este inundo no tienen cabida en el mensaje evangélico, son mera "anadidura", "defiguración y deformación" del reino de Dios y su jus– t!cia y áe las cuales en consecuencia puede fácilmente desentenderse el cristiano? Sin duda que supone una gran industria saber dar luz a lós gran– des problem'ls de este mundo "orillárrdolos", enfreritánddse negativa– mente con ello& mediante una doctrina que se funda y dice respecto a otro múndo ultraterreno y venidero, en espetania, que se rtl::k, promete como galardón fefü. Pero sería fácil suponer si no ·será esto solamertte una solución hábil para obviar la verdadera dificultad. Citemos solamente otra actitud del Maestro 'alta'ftíé',We revelá'dora. "Entendiendo Jesús que iban a venir a arrellafatr,¿ para fiacet1e · rey, vnlvióse de nuevo al monte él solo... " 18 • Es muy 'significativo este com– portamiento del Taumaturgo a raíz de su portento·sa tttultiplicir~ión de les panes en la orilla nordeste del lago de Génesaret. Cúándo las tur– bas, alucinadas ante el 1nilagro, intentan, có'n su cfüerio fetreno, pro– clamar rey temporal, libettador humano a Cristo, éste, rotunda y ah– so!cta'mente, sr niega a ta:les pretensiones. Cristo no 'es rey dé este mundo, ni solucionador por tanto de lós probleinas e lnteres~s mate– riales -políticos, ecortónticos ...- de los hornbr~s. Es un e'ftor, pues, acudir a Cristo en bttsca dél pan matetial, de una hartura 'terrena tie bienestar y felicidad murtdanás. El y su Igfesla t'ienen, como fin ·espe– díico, ótras miras y otro plaho de realidades ético-vitalistas: el pla– no de las realidades sobrenaturales. Rey dé este tnurttlo ·espiritual y fu"ente medular de la vida etérnn própia 'de lds 'hifos de este I teino es Cristo. Este manjar y no otra -éi\itíeritentente religioso, como se ve– es el fin y principio del ser e:v&ng.élico. Metliás 'terrends', solucione~ al problema sodal, justicia éh cuesNones litimarias, etc... , &etán tal vez puros medios para conseguir ese fin y siempre, más bien, fuera del plano eispecífico de la perfección evangélica, en el terreno ético natu- 17. lo 8, 23;.15, 19; 17, 14. 16; 18, 36... 18. lo 6, 15.

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