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EL MUNDO~ SEGÚN SAN JUAN 163 ics. Por esto está también al margen de todas las luchas económicas y políticas. Nada quiere saber de' cuestiones de herencia 9 • Y se ha ..!e dar al César lo que es del César. ¡ Pedro, vuelve tu espada a la vai– na!" 10 • " Su misión -la de Cristo--- era predicar el desasimiento de los bienes del ,mundo" 11 • Y a esto se lo denomina afirmación positiva de Cristo ante la existencia humana y lsus valores. Otro ejemplo: "No podeis servir a Dios y al dinero" 12 • A primera vista parece esto una solución negativa por lo menos e incompleta. ¿_No es posible un término medio más exacto y comprensivo que afror.– te afirmativamente el problema: se1vir a Dios con las riquezas o, en términos má., generales, el poder humano, los valores del mundo al :;ervicio del Amo Dios? Las proyecciones concretas de esta ideolo– gía, en el tiempo y el espacio de la exiistencia cristiana, pueden ser ciertamente meditables. Asi, por jemplo, la historia del proselitism•:, de la Iglsia de Cristo pende, en su gran parte, de la insuficiencia de medios materiales de que dispon~ la Iglesia. Siemprt conts'uela el va– lor y el triunfo moral de sus héroes que gastan la vida en un esfuerzo egregio, pero muchas veces ineficaz y siempre relativo, porque apf.• nas cuenta nada para el mínimo éxito general de la Iglesia como so– ciedad hecha para todds los hombres y para todas las latitudes. Or::u– rre pensar si no será esto una exagerada interpretación del sentido providencialista y espiritual del Evangelio. Cristo dijo: "No porleis servir a Dios y al dinero" 13 • Una conclusión espontánea sobre esta meridiana afirmación no elSI difícil en la práctica. Así es comprensible que un San Francisco de Asís alcance la perfección por el camino evan– gélico de la 1enunda y el desprecio, no contando radicalmente con las cosas del mundo. Con todo, volvemos al problema señalado anteriormente: una co– lectividad de hombres como la Iglesia católica, con un fin trascenden– te, proselitista, ¿puede, debe abandonarse a la 131ola Providencia de le alto y a la gracia y espíritu abnegados de sus "pobres" ministros pa– ra servir a Dios? ¡ Qué no hubiera logrado, por ejemplo, la Iglesia en 9. Le 12, 14. 10. KARL AnAM, Cristo, nuestro hermano, trad. de Antonio Sancho (Friburgo de Brisgo– via, 1940) 11. 11. LAGRANGE O. P., El Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, trad. de Ellas Fierro O. P. (Barcelona, 1933) 275. 12. MT6, 24. J3. MT8, 2',

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