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188 bóNA'ró b E MQNLERAS mal dispuestos para la luz y Jesús les hace pensar en ello insistiendo en la causa de su error. Creyendo tener en si mismos la luz, cerraban los ojos a la verdadera luz y vivían en la oscuridad" 181 • La malicia humana: "Este es el juicio: que la luz ha venido al mundo, y amaron los hombres más las tinieblas que la luz, porque eran malas sus obras. Porque todo el que obra el mal, aborrece la luz; y no v:ene a la luz para que no sean puestas en descubierto sus obras; pe– ro el que obra la verdad, viene a la luz, para que se manifiesten snc; obras como hechas en Dios" 182 • He aquí una acertadísima razón psi– cológica de la falta de fe en muchos hombres. Cierran los ojos a la luz por malicia los hombre3 terrenos y carnales porqut: no quieren recono– cer y oponerse a sus vicios, para que la luz no descubra lo que sO'I: "El vicio, como ciertos pájaros inmundos, sólo en las tinieblas vive: la luz le ciega, la luz descubre sus vergüenzas: por eso el vicio odia la .Juz ... Las tinieblas de los ojos salrn de la maldad del corazón" m. "La infidelidad nace muchas veces de la vida pecadora, sea porque es– ta vida les impida ver la iuz de la verdad o porque les enflaquezca la voluntad para abrazarla. No qu:ere decir que los que creyeron no fue– r'.ln pecadores, sino que la aficción y élpego al pecado no les imp'idió ver la luz y aborrecerlo" m. De suerte que el hombre terreno no sabe apreciar justamente -el valor sobrenatural de las buenas obras y dichos del justo, porque sus· pasiones empañan y enturbian el criterio 18 ;_ Los mundanos hijos de la mentira práctica, que es el pecado m no vienen a la luz. En camb'io, todo el que es de la verdad oye a Jesús. De este inal fondo moral se sigue más aún que la misma incredulidad, el aborrecimiento a la luz, a todo lo que dé testimonio de que sus obra:– son perversas, a todo lo que se oponga a sus bajos instintos 187 • Junto a esto pueden consignarse los cuidados o concup'iscencias del siglo que ahogan la palabra del mensaje de Jesús 188 y otras cau– sas que enumeran los sinópticos y los restantes escritores neotesta– mentarios que no nos es dado reseñar ahora. 181. LAGRANOB O. P., El Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, trad. de G. Fierro O. P. (Barcelona 1933) 268-9. 182. lo 3,19-21; 7.7. 183. BovsR S.1. Jesús (Barcelona,1916) 111.123; SAN AausTfn. Confesiones, 1.10,c.23. 184. SA1Nz S,t., La:. parábolas del Evangelio (Bilbao, 1926) 61-2.186. 185. lo 12,6. 186. lo 8,44; lo 3,8; 2,4-5; lo 18,37: Cf. KNABBNBAUBR S.1., Commentaríus ín quatuor S. Evan– geila Parisiis, 1925) 4, @7. 187. lo 7,7. 188. Cf. parábola del sembrador MT 13,18-23; Me 4,:1!3'ili>;•Lc!8;11-15.
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