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E L MUNDO, SEGÚN SAN JUAN 187 tros hemos creído y hemos conocido": "nosotros hemos creído, para conocer, porque si nosotros hubiéramos querido conocer antes de creer, no hubiéramos conocido ni creído". Igual y más insistentemente San Cirilo: "después de la f.e, el conocimiento, y nunca antes el conoci– miento, que la fe, según está escrito: si no creyereis no comprende– rcis" 173 • He aquí lo grande y difícil del acto de fe. Gracias a esta cua– lidad de "irracional" que pudiéramos decir, tal acto es libre y nwrito– rio. Sin embargo, aquí radica también la dificultad de comprender la verdad cristiana y el "escándalo" intelectual de muchos homlm:s de voluntad recia a poner esa clase de asentimiento. b.-De disposiciones puramente ,,wrales: Los respetos humanos: Hombres que sintiendo simpatía por ia doctrina de Jesús no se resuel– ven a aceptarla por compromisos adquiridos. "De los jefes muchos creyeron en él; mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para 1w se1 expulsados de las sinagogas, porque amaron la gloria de los hom– bres más que la gloria de Dios" 17 4. La vanagloria, soberbia y jactancia humanas: En ks judíos, pnr ejemplo, adquiere diversos matices, v. gr., orgullo de ser los únicos que conocen y honran debidament,e a Dios rn,, los que interpretan au– ténticamente las Escrituras 176 llegando con este aprecio exagerado a la propia ciencia 17 '1 a verdaderas aberraciones y a un ciego apasiona– miento contra Jesús interpretando errónemente sus dichos y accio– nes 178 imposibilitándose a sí mismos el camino de la fe con su petu– lancia y falta de docilidad para abrazar las verdades reveladas m Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes 180 • "Jesús es la luz, luz que .es preciso desear primero, y luz que aumenta a medida que el hombre se despoja de la falsa c:encia y se expone a sus rayos, pero luz que se oculta a los soberbios ... No basta que la luz resplan– dezca, es necesario que el ojo esté bien dispuesto. Si los ojos están sa– nos, todo el cuerpo, mediante ellos, goza de la luz; pero si están enfer– mos, el hombre se cree rn tinieblas. Tal era el estado de los fariseos, 173. LEBRETON S.!., La vida y doctrina de Jesucristo Nuestra Señor 2, trad. de F. Cereceda S.I. (M11drid, 1942) 2 310. 174. lo 12,42-43; 31.SII; 19,38-39. 175. lo 2,44; 5,41. 176. Jo 7,18.22-24. 177. lo 7,49. 178. lo 5,39.45-47; 7,23-34; 8,3; 9,13ss; 10,19-21; Le 21,38. 179. lo 6,45. 180. MT 23,12; Le 17,14; 14,11; IPTR 5,5.
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