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Francisco José de Jaca y la retórica de la predicación al servicio de la libertad… 111 Studia Philologica Valentina Vol. 23, n.s. 20 (2021) 103-125 los que intenta dar respuesta de manera coherente. Se trataba de una aplicación del munus docendi , puesto que enseñar era la piedra angular de la predicación. Jaca, en este orden de cosas, instruye con argumentos y promueve también el cambio provocando emociones en el oyente/lector. Cuando toma la pluma, al igual que cuando lo hace con la palabra, es consciente de que sus palabras podían generar un cambio. No se puede olvidar que, en este sentido, la oratoria sagrada tenía también una función socializadora. Jaca se salta el principio clásico de la mesura, mirando más hacia la dureza y contundencia, con la intención de provocar una solución adecuada a la gravedad del problema. Por lo mismo, sus sermones debieron estar llenos de referencias con una fuerte carga moralizante. Su intención no era otra que impactar al oyente, evitando excesos formales, usando para ello los recursos estilísticos necesarios. Sus sermones reflejan claramente la presencia de una retórica barroca, así como el uso de los recursos propios de los predicadores, pero entrando también a plantear el tema de la servidumbre, que conocíamos ya por medio de la correspondencia y diversas minutas, pero que ahora adquiere un cariz novedoso y un lugar fundante, puesto que todo depende directamente de este ministerio que le ha sido encomendado. Se intuye que este tipo de apreciaciones, también como fruto de ese talante profético, serían expuestas al calor de la predicación. El carácter de las mismas debió ser tal que, la situación resultante, influiría también sobre la actividad de sus hermanos de hábito, dificultando seriamente su trabajo y colocándoles en una coyuntura de riesgo serio, por lo que las autoridades civiles y eclesiásticas buscarían la manera de repatriarlo, con la intención de recuperar la paz en Cumaná y, también, en la misma misión. No se puede tampoco perder de vista que la predicación de los capuchinos estaba marcada por su carácter enraizado, teniendo como modelo a san Pablo, que refería necesariamente al anuncio de Cristo crucificado, pero que requería en los predicadores una preparación remota en la oración asidua y solitaria, que se alimentaba de la vida del Maestro y de la Sagrada Escritura, particularmente del Evangelio. La predicación era entendida como una continuación de Cristo, proponiendo en un lenguaje sencillo y comprensible la Palabra de Dios. Se trataba, de alguna manera, de predicar con el ejemplo, pero no descuidando por ello una teología concreta en el predicador, que era la que sustentaba su discurso. Del orador se esperaba que buscase, a un mismo tiempo, la gloria de Dios, la corrección y salvación de las almas (Campagnola, 1989: 14). Para este momento Jaca está ya convencido de que la causa de la esclavitud es algo contra lo que tiene que trabajar de manera activa, por lo que sus sermones pasarían a tener una fuerte carga ideológica. Este detalle lo identifica, nuevamente, con toda la tradición mendicante. Y, por lo mismo, dedicará todas sus fuerzas a poner freno a la misma, buscando aquellos aspectos en que su justificación pudiera resultar más limitada. Tomará la pluma, usando los resortes de la persuasión, consciente de que con la palabra y la toma de conciencia de los hechos podría lograr convencer a sus oyentes y, también, cambiar las políticas institucionales. De esta manera, la finalidad del sermón no será solo pastoral, sino que irá también acompañada de una comprensión política, que le hace consciente del poderoso medio de influencia social que tiene en sus manos. Así lo afirmara Dámaso

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