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Francisco José de Jaca y la retórica de la predicación al servicio de la libertad… 107 Studia Philologica Valentina Vol. 23, n.s. 20 (2021) 103-125 del bien y el mal impulsadas por las autoridades coloniales” (Moreno Orama, 2016: 241). Creemos que este elemento es especialmente importante, pues toda la reflexión teórica por él elaborada sobre la esclavitud sería un recurso posterior, en ese afán de búsqueda y viendo que su ministerio apostólico no era suficiente para lograr lo que consideraba moralmente necesario. De esta manera, combina la predicación escrita —a modo de sermón— con una escritura de género admonitorio. Para él, se trata de frenar la irresponsabilidad y falta de humanidad de los encomenderos, por lo que hablará abiertamente de esclavitud. No oculta este hecho ni lo esconde. La encomienda se ha convertido en una tapadera de la esclavitud. En su intención, en ese momento, no parece estar el enviar una relación oficial al monarca. No tiene otra cosa, solo cuenta con su testimonio, por lo que quiere “manifestarle humildemente en mi pena mi sentir, motivado solo de la caridad que aprieta mi corazón, y le hace compasiva fuerza para sujetarle a la desnuda caridad”. Podríamos decir que se mueve en una actitud discreta. Primero había recurrido a las autoridades civiles y eclesiásticas de la plaza. Será después, al no obtener respuesta y viendo que los abusos “de ahora no encierran en sus luces menores tinieblas” cuando se decida a recurrir al monarca. Si los otros han descargado sus conciencias, incluso llegando a convencer de dichas prácticas al obispo “en quienes no implica el sentimiento que la luz de la razón les persuade en lo que contra toda razón se ha obrado y obra contra ellos”, el rey tendrá que actuar con la justicia debida. La retórica, en este sentido, tiene también la finalidad de crear efectos emocionales (López Muñoz 2000: 55). No será la única vez que Jaca intente lograr esto, sino que posteriormente lo procurará recurriendo al confesor real, alguien que entiende que ha de ser más sensible a sus peticiones. Jaca habla también en nombre de los que él denomina ‘piadosos’. Se refiere a aquellos cristianos que son fieles a la doctrina evangélica, pero que se pierden en las sutilezas morales cuando ya no es tiempo de seguir dilatando los problemas “entre lo especulativo y lo práctico del estado de las cosas” (Jaca, 2002: 75). En definitiva, cuando sus intereses materiales pueden correr peligro, o como afirma la profesora Moreno (2016: 25), el “derecho a tener derechos”. Se necesita una respuesta firme y clara contra la praxis de los encomenderos; le preocupa particularmente que los indios no conozcan todavía la doctrina cristiana y los sacramentos. También de esto considera responsables directos a los encomenderos. Defiende un trato adecuado para los naturales, pero aún más una preocupación por su vida espiritual, lo que implicaba también vivir en unas condiciones dignas, respetando la libertad de la que eran legítimos señores. Tenían derecho a poder recorrer un itinerario de vida que les ubicase en el camino de la salvación, pero hasta que llegase ese momento, él asumía la responsabilidad que le correspondía y que le confería su ministerio. La esclavitud, en ningún caso, podía identificarse con la culpa de aquellos que aún no habían sido recibidos al bautismo. Esta máxima tenía como finalidad poner límite al exceso que se infería de esta lectura e interpretación. Termina su alegato preguntándose a cuántos encomenderos más se les permitiría este tipo de prácticas abusivas. Su intención es que fueran sometidos a las leyes de Indias y,

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