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8 P. MELCHOR DE POBLADURA (56) de nueho, y más estando oy (eomo se dize) po,eyda de los Olandes.es Angola, que era el puerto adonde po<lían desenharcar en el Congo'? En <prnnto al segundo viaje que pretenden hazer con licencia da V. A., que es yr a las Philipiuas o Japón, suponiendo también que quieren hazer en cumplimiento del orden y comis,,ión de Su Santi– dad, como sin duda con el gran zelo y fervor qne les muebe lo piensan, no solo no es con orden suya ni de la sacra Congreg,aó6n de Propaganda Fide, pero es totalmente con,rario a la intención de Su Santidad para yr al reyno del Congo y no para yr a otra parte en caso que .allí no sean admitidos: ni uue,,tro Padre General les da obediencia más que para que (sic) yr al dicho Congo; y otras facultades y gracias que les concede Su Santidad en orden a la misma missión también están coartadas y reduzidas ,;olamente al dicho reyno del Congo, como lo pollrá ve1· V. A. por ese traslado auténtico que le remito del Buleto en que se le da la comissi6n al P. Fr. Buena– ventura de Alessano, Prefecto de la dicha missión, como clcl de la obediencia que le <lió N. P. General. Y por el Buleto podrá veer v. A. que solo ;,;e les dió comissión y licencia a tres C(Hnpafreros y después con nuebas y repetidas diligencias y instancia han saeado li– cencia para que se estiendan .a doze. De todo lo qual se colige que si loE, dichos Pa1lres diesta misil'ín 1niraran bien en ello conocieran no pueden en manera alg11na pasar a las Philipinas ni al Japón, porque no tienen anthoridad ni de Su Santidad ni de ]os Prelados de la Orden para yr allá. Y si tienen al– guna facultad, la tienen muy guardada, porque asta aora no l,<1 han manifestado. Y no siendo eosa guiada por la obediencia y authorirlad de los Superiores en el religio;;;o no pareee que puede ser azertada, por muy lmena que parezca. Del ser tan diffienltoso y casi impo~ihle el con;seguir el intento de la missióu del Congo, se puede tPmer con ¡i:ran fundamento que llehen estos Padres intenci<'in, a lo menos E,ecu1Hlaria, no sólo de to– mar ¡nwrto, como dicen en la licencia que piden a Sn l\,'lagestad, sino de fundar en las Philipinas, en dornle les parece que han de conse– guir su inteno enseñando la doctrina cathólica a los Indios y ·exerci– tándose en administrar los sacramentos a aquella ¡¡;ente. y si se les offreciere ocassi6n para yr .al J ap()n a convertir a11uellos infieles. Pero este intento y resolul'ión jamás la ha aprohaclo ni aprohará la Religión, que aunque ha fundado conventos en Lodas las partes de Europa, siempre ha resuelto de apartarse lle fundar en lai,, Indias, porque en ellas es muy dificultoso y casi imposible el guardar nuestra Regla Seráphica y nuestro Instituto; porque los lugares están dist.an – tíssimos, y así es forzoso yr a caballo y Uehar gran provisi()n para el camino y dineros para comprarla en faltándoles, que lo uno y lo otro es contra nuestra Reµ;la y profes~i<'in. Y de l.a misma manera es forzoso el relaxar muchas de las observancias y ohligaciones de la dicha Regla en otras diferentes materias, Y aunque es verdad que los que s,e hallan allá o .an ydo con orden de sus Prelados pueden con huena conciencia pasar por estas cosas por la forzosa necesidad que ay de ellas y licencia que les da el mismo derecho natural; pero nuestra Religión ha tenido y tiene siempre por más seguro, pudién– dolo evitar, el no ponerse en oc.assiones de la misma neeessidad ni obligaci()n de haverse de valer de la dispensación y licencia que da

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