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(91) ASPECTOS DEL MOVIMIENTO MISIONERO (1618-1650) 43 persona que llev:ara » los misioneros al Congo y permitie.ra que en la tripulación fueran algunos extranjeros ( 23). Una y otra petición encerraban serias dificultades, pues tanto el comercio de esclavos como la introducción de extranjeros en las Indias estaba rigurosamente prohibida por las leyes vigentes. Sin em– bargo, a fines de diciembre el Consejo de Indias « por la uti– lidad a la hacienda » daba << la provisión de negros >> y al mismo tiempo escribía a la Casa de Contratación que de ninguna ma– nera permitiera la salida de los extranjeros que habían de com– pletar la tripulación. Esto equivalía practicamente a negar el permiso, pues no se hallaba capitán de barco que se aven– turara a surcar aquellos mares sin contar con la ayuda de algunos tripulantes extranjeros conocedores de la ruta. Así lo comprendieron los catorce misioneros que hacía tiempo esta– ban esperando en Sevilla los despachos de Madrid y algún tanto amargados escribieron a Su Majestad y al Consejo insistiendo nuevamente qµe concedieran el permiso solicitado a doce ex– tranjeros, sobre todo obligándose « el capitán y maestre de la nao a que en ninguna parte salten a tierra>>. Añadían que era posible hacerlo, pues otras veces se habían .hecho excepciones a la ley por motivos más fútiles; y por último recordaban que el contratiempo no solamente echaba por tierra los propósitos de los misioneros, sino que causaba daño inmenso a quienes fiados en las promesas reales habían adquirido una nave inglesa muy buena y alistado la gente de mar y guerra, la cual estaba surta en el puerto ocasionando enormes gastos. Las razones no carecían de peso; pero ni el Rey ni el Consejo tomaban la responsabilidad ,de una decisión definitiva. Fray Francisco informaba a Propaganda Fide (11 abril 1647). que el Rey en este asunto había obrado sólo pór el bien de las almas y le alababa porque en tiempos tan calamitosos había generosa– mente ofrecido el pasaje, que costaba 40 reales de a ocho ( 24). A fines de septiembre de aquel año el Consejo de Indias, consi– ,derando las condiciones particulares d.el caso, proponía que podía autorizarse la salida y que si no era posible prescindir de los extranjeros, « se ajuste el menos número de personas que pueda y con la seguridad necesaria para que no queden en las Indias ni salten a tierra>>. Y efectivamente los misioneros po– dían. embarcarse en Cádiz el 4 ,de octubre de 1647. (23) Los informes del Consejo de Indias (1646-1647) sobre el asunto a que nos referimos en el texto los ha ¡publicado FR01LÁN DE RioNEGRO, Orí@e.nes de las misiones, p. 4-11. En el reina,do de Felipe IV se exageró el rigor contra los extranjeros ,que pretendían pasar a las Indias y una severa Real Orden de 31 de diciembre de 1645 renova·ha las restricciones anteriores. Cf. LÁZARO DE AsPURZ, La aportación extranjera a las misiones españolas, p. 34 sigs. (24) ,Carta de Fr. Francisco de Pamplona, Sevilla, 11 de abril de 1647, e11 Árch. Prop. Fide, Scrittur-e antiche, vol. 145, f. 264.
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