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4 P. MELCHOR DE P0BLAJHJRA AC'fl'l 1 UD DE LOS SUPl•mIORE<:; PROVINCIALES A.N'r.E BL l'ROBLEl\IA DE LAS MISIONES (52) Aun admitiendo que entre los Superiores de las Provincias españolas había algunos qne miraban con poca simpatía y hasta con un cierto y mal disimulado recelo la incipiente obra de las misiones entre infieles, no se puede afirmar que fueran con– trarios a la misma por el mero hecho de no sati:;;facer enseguida, o hacerlo después de muchos forcejeos, las ansias apostólicas de sus súbditos. Podía haber razones muy laudables que acon– sejaran a los Prelados una conducta de prudente expectativa. Se trataba, en efecto, de una nueva experiencia rle vida, con– tenida, sí, en la letra y en el espíritu de la legislación francis– cano-capuchina, pero todavía no actuada; y por tanto la pru– dencia aconsejaba a no precipitar decisiones y a proeeder con cautela. Naturalmente los súbditos en el fervor iucontenido ,de su celo no miraban más que a realizar cuanto antes sus ideales apostólicos, sin preocuparse a veces de proceder jerárquica– mente en sus peticiones, ocasionando no pocas confusiones con sus reiteradas súplieas diri¡?;idas a cuantos sospecharan podían favorecerles: el Nuncio, los Cardenales y el Secretario de Pro– paganda Fide, los Superiores Generales y aun los Prelados de otras provincias. La falta de una norma única y taxativa sobre este particular facilitaba y complicaba al mismo tiempo esta especie de anarquía, y explica, al menos en parte, los roces y suspicacias entre súbditos y superiores. Y no es ,difícil ni aventurado admitir excesos por entrambas partes. En Andalu– cía fué donde hubo má,, compenetración y unanimidad entre unos y otros, aunque tampoco allí faltaron individuos que vie– ron defraudadas sus esperanzas a pesar de la amplitud de miras del Provincial (:;.aspar de Sevilla ( l), y merced a las cuales creó dificultades a los Superiores de Castilla por necesitar nuevos elementos para cumplir con los compromisos eontraidos y pretender disponer a su talante y arbitrio de individuos de otras pr~:lVincias. Que a veces los súbditos se equivocaran al interpretar las intenciones de los Superiores, es evidente. Muchos son les tes– timonios que pudieran aducirse para demostrarlo. Cuatro re– ligiosos de la provincia de Aragón solicitaban de Propaganda Fide el 2 1 1' de junio de 1647 la gracia de las misiones, advirtiendo que no se les enviara el permiso por conducto de su Provincial, (l) El P. Francisco de Jerez escribía a Propaganda el 30 de enero de 1645: << A los (superiores) de mi Religión lo he propuesto y me lo han estorvado; por no merecerlo yo sera ll. Cf. Arch. Prop. Fi<le, Scritture anticlw, vol 108, f. 129. El P. Juan de Vergara se quejaha el 22 de junio de 1646 de haher sido sustituido por otro para la misión de Guinea. Cf. ibid., vol. 110, f. 3,4.

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