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(81) ASPECTOS BEL MOVE\UElYfO MISIONERO (1618-1650) movimiento misional ele los Capuchinos españoles, la actua– ción del representante de la Santa Sede en la Corte era casi nula sobre este punto particular ( 1). El Consejo de Indias lo igno– raba; pero la S. Congregación lo consideraha en todo momento como el enlace autorizado ante el gobierno de Madrid y los su– periores de las Ordenes religiosas; y por consiguiente a él pedía y enviaba informes y con él trataba los problemas misionales ora quisiera fundar nuevas misiones, ora pensara destinar mi– sioneros, nombrar prefectos, etc.; y esto aun en las provincias del Vicariato regio. El Nuncio que más activamente intervino en el período qne reseñamns, fué Julio H.ospigliosi, arzobispo titular de Tarso y más tarde Papa Clemente IX, que residió en la Corle desde 1644 hasta 1653 (2). A pesar de su reconocida habilidad y de la merecida reputación de que gozada en la Corte, en lo to– cante a las misiones no logró muy felices éxitos ante el Consejo de Indias, el cual prefería tratar directamente con los superio– res de la provincia de Castilla. Nada pudo obtener en favor de la rechazada misión de Amazonas, si no aconse:jar con tacto di– plomático al Prefecto Andrés de Concentaina que no insistiera, porque sería perder el tiempo ( 3). Encargado más tarde por Propaganda Fide de gestionar el despacho de la misión de Da– rién, tropezó luego con graves dificultades ( 4) y si aquella pudo organizarse y establecerse se debió principalmente al prestigio de Fr. Francisco de Pamplona ( 5). En lo sucesivo la actuación del Nuncio se limitó a trasmitir a la S. Congregación las noticias recibidas de los misioneros y a mantener el contacto de éstos con Roma (6). Más decisiva, aunque no exenta de dificultades, fué la intervención del Nuncio en los despachos de las misiones afri– canas. Aquí podía moverse con más autonomía, pues las gestio– nes entraban en el án1hito de sus facultades de representante de la Santa Sede. Pero a veces los negocios no admitían dilación y la distancia era mucha; por manera qne el recurso a Ifoma (1) Cf. J'. LETUIIIA, S.J., Felipe II y el Pontificado l'n w1 momento cuL minant,e; de la historia hispanoamericana, en Estudios Ecles., 1928, t. VII, p. 55 sigo. (2) Cf. L. VON PASTOR, Storia dei Papi, t. XIV, P. I, p. 511 siµ;s., Roma, 1932. (3) Informe ele! P. Andrés ele Concentaina a Propaganda Fide, Valencia, 20 de marzo de 1616. Cf. Arch. Prop. Fide, Scritture antiche, vol. 110, f. 28. (4) Carta del Nuncio a la S. Congregacién. Madrid, 1 diciembre 1646. Cf. Arch. Prop. Fide, Scritture antiche, vol. 115, f. 200. Propaganda Fide había en– cargado al Nuncio de hablar con el Rey con el fin tle orillar las difieultades, y al mismo tiempo rogaba al card. Albornoz, como más autorizado, que se dirL giera personalmente a los Consejeros de Inrlias. Cf. Arch. Prop. Fi<ll', Acta, 164(¡¡, 3 aug., n. 11, f. 178. Véase el texto in Boletín Oficfal de la Provincia Capuchina de Navarra-Cantabria_Aragán, 1948, t. III, p. 166-167. (5) Cf. MELCHOR DE PoBL\DURA, Génesis del movimiento misional, lug. cit., p. 378. (6) Véase más ahajo, p. 89.
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