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314 ALEJANDRO VILLALMONTE mismo el mejor punto de partida para cualquier reflexión teológica sobre el misterio de la Inmaculada. Invita a enraizar a éste en el Misterio de Cristo y en el Misterio del Padre a cuya revelación y realización se ordena. El texto señala donde está, ante todo, el misterio que hay que celebrar: en la Decisión graciosa del Padre, en su amor de predilección a favor de María, en fuerza del cual, antes de la creación del mundo, elige, predestina a María al lado de Cristo en especial e íntima unión con él, para ser perfecta glorificadora en la Trinidad, para que ame a Dios con el máximo amor de caridad posible en un ser distinto de Dios. Esta elección divina cargada de amor y generosidad, se nos revela a nosotros en un acontecimiento histórico-salvífico: en el hecho de que, en el primer instante de su existencia humana, acoge a María y se apodera de todo su ser -por medio de los «dones y carismas» de que la dota-, a fin de que cumpla su misión de glorificar sumamente a Dios al lado de Cristo y de ser co-mediadora del misterio de salvación a favor de los hombres. En la virtuali– dad de este «primer instante» están ya, según lo simboliza la teología y el culto católico, todos los dones y carismas que Dios otorga a María, la Virgen y Madre santísima. mediadora de las gracias, asunta y glorificada en cuerpo y alma. Desde esta perspectiva, hay que contemplar lo que en nuestro lenguaje religioso llamamos el misterio de la Inmaculada. según lo vamos a explicar. 2. EL MISTERIO DE LA «LLENA DE GRACIA» Para introducirnos en la celebración litúrgica del misterio de· la Inmacu– lada, se ponen en boca de María estas palabras: «me llena de gozo el Señor. mi alma se alegra con mi Dios: porque me ha vestido de un traje de triunfo. me ha cubierto rnn túnúa de virtoria. porque me ha enjoyado como una novia». En este texto cargado de simbolismo y de poesía, María aparece en el primer instante de su entrada en la existencia, embargada de los mismos sentimientos de alegría, acción de gracias y glorificación a Dios que podría tener en el momento en que entonaba las primeras estrofas del Magnifica!. En el lenguaje del símbolo el momento de la Visitación y el de la Concepción se identifican, reproducen una similar situación espiritual. Contemplado desde Dios, el misterio de la Inma– culada es el Misterio de la elección especialísima y eminente de María para ser la suprema glorificadora de la Trinidad y asociada íntimamente a la obra de la salvación del mundo. Por parte de María es el momento en que toma concien– cia de haber sido enriquecida con «todos los domes y carismas», porque el Todopoderoso ha realizado en ella cosas grandes. Asi, pues, damos al misterio de la Inmaculada una interpretación preferen– cial y absorbentemente positiva, caritológica: celebramos la plenitud inicial de gracia. el momento histórico-salvífico en que María entra en la existencia constituida ya por Dios como Virgen y Madre Santísima. ungida por la presen– cia e influencia de la Trinidad que la consagra a su servicio desde la totalidad y
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