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CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA 337 Me parece que esta dificultad es poco sería y carece de interés. La historia del dogma de la Inmaculada nos ofrece un ejemplo de cómo superar esta dificultad. Los maculistas del siglo XIII y siguientes se negaban a reconocer la exención del pecado original en María porque, decían, el concederla la total impecancia a la Madre era restarle al Hijo el «privilegio» de ser el único ser humano sin pecado. No pudo prosperar esta dificultad. A parcir de Duns Escoto se vio con claridad que conceder a María la santidad plena originaria y la impecancia radical lejos de disminuir la dignidad de Cristo lo revelaba allí mismo como el perfectísimo Mediador. La situación privilegiada y singular de María, no sólo en cuanto a la exención del pecado, sino también en todo el orden de la gracia en general, no proviene de que en ella los dones y carismas sean cuantitativamente más numerosos que en los dones redimidos. La singularidad-privilegio hay que ponerlo en el orden de la cualidad y valiosidad en la forma perfectísima de poseer aquello mismo que los demás tienen en forma imperfecta. La fórmula tradicio– nal de que María es la «perfectísima y eminentísima redimida», se refiere a todos los frutos de la redención, a codas las gracias (aspecto positivo, caricoló– gico de la obra de Cristo), a la exención de todos los pecados (polo hamartioló– gico, negativo de la salvación). En el caso concreto del misterio -privilegio y singularidad de la concepción inmaculada-, la aplicación es fácil. Pongamos que alguien nos habla de que todo hombre nace en estado de inocencia o gracia inicial y en inmunidad respecto del pecado original (exención del pecado en general). Es evidente la diferencia cualitativa existente entre este hombre con– creto, inicialmente incorporado a Cristo, beneficiario imperfecto todavía de su acción redentora, y la persona de María llena de gracia de Dios y totalmente exenta de pecado. Es decir, que la diferencia entre María y el simple redimido está en la plenitud-radicalidad, en la intensidad-perfección con que cada uno recibe los frutos de la redención. Tanto en el polo positivo de la redención - la posesión de vida divina- como en el polo negativo -exención del pecado-– la diferencia entre María y los demás redimidos está en la forma plena con que María es santificada. Dentro de esta plenitud, y según señalábamos anterior– mente, María recibe la plenitud protológica de la gracia en plenitud frontal, es decir, en forma que la constituye mediadora especial y sobresaliente de las gracias: alma Socia Chisti. Tempranamente, los inmaculistas del siglo XIV ya arguían a favor de la plenitud de la redención perfectísima en María pensando en que la Inmaculada era constituida por ello en corredentora del género humano. 23 También podemos recordar el motivo antes aludido de la concentra– ción protológica de toda la perfección sobrenatural de María, a fin de celebrarla y hacer fiesta por ella en la Iglesia el día de la entrada de María en nuestra historia humana. Finalmente, para la celebración pública y comunitaria de la 13 A. BRAÑA ARRESE, De lnmacu!ata Conceptione B. Virginis Mariae secundum theo!ogos hispanos saecu!i XIV, Romae 1950.

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