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336 ALEJANDRO VILLALMONTE jugado un buen papel para el desarrollo de ciertos aspectos de la Mariología. Eva aparece en un primer momento, como símbolo de la madre virginal e inocente de todos los vivientes, símbolo por ello de la humanidad recién salida, pura y sin mancha, de la mano de Dios. María Inmaculada expresa, simboliza y realza el comienzo de la nueva creación, de la nueva humanidad. Histórica– mente Eva, por su caída, pierde su prerrogativa de madre virgen y santa y se torna en madre pecadora de hijos pecadores. Así, el paralelismo Eva-María, de signo positivo en el primer instante, se torna paralelismo antitético, como el de Adán-Cristo que conoce el NT y la tradición cristiana. Las anteriores reflexiones deberían advertirnos sobre la necesidad de limpiar y ahondar en el símbolo del «primer instante» cuando hablamos de misterio de la Inmaculada. Alejar de él cualquier imaginación de tiempo cronológico, de inicio de una duración medida por el movimiento, para darle el sentido de tiempo protológico en el que se proclama la presencia ya de la plenitud escatológica, la coincidencia entre la creación primoridial y la novísima crea– ción. Símbolos ambos reales de la presencia plena de Dios en María. La Inmaculada es la profecía realizada de la Virgen Asunta. Este sentido simbólico profético merece la pena conservarlo y desarrollarlo al hablar del misterio de María Inmaculada. 6. MARÍA INMACULADA «POR SINGULAR GRACIA Y PRIVILEGIO» Dentro de las actuales teorías sobre el pecado original, encontramos la afirmación de varios teólogos que no admiten ya la tesis tradicional de que todo hombre nace en pecado original. En consecuencia, como no es posible pensar en una situación teologal neutra entre gracia y pecado, se ha de decir que todo hombre al entrar en la existencia, por los méritos de Cristo mediador único de la salvación, comienza a existir acogido ya por la gracia Redentora, positiva, interior y personalmente elevado al estado sobrenatural. Por ello entra en la existencia como persona grata a Dios, amiga de Dios, de donde resulta que haya de decirse que es concebido en gracia de Dios, si bien sea en la forma inicial e indeterminable para nuestras categorías teológicas. Desde luego en modo alguno se dirá de él que en el primer instante es enemigo de Dios, esclavo de Satanás, que nace en muene espiritual y otras expresiones que son tradicionales para describir el ,estado de pecado original. Es claro que, al decir que ningún hombre nace en pecado original, sino más bien en inicial gracia de amor de Dios, no se niega la perfeaa santidad inicial, originaria de la Madre del Señor. Sin embargo, algún refinado defensor de los privilegios marianos podría pensar que alguna excelencia se le quita a María, ya que el mero hecho de nacer sin pecado y en gracia sí que se afirma de todos. Con ello no sería ya la concepción inmaculada una gracia «singular», un «privilegio» de María, sino gracia companida por todos los hombres.

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