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- CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA 335 el trasunto de los concretos datos previos a la existencia histórica del hom– bre». 2 º La gracia originaria de María simboliza todos sus «dones y carismas». Así, pues, al privilegiar al «primer instante» de la vida de María y poner en él la perfecta santificación expresamos en lenguaje simbólico la plenitud y totalidad del acontecimiento santificador. Pero esta misma idea de plenitud y totalidad la expresamos también con el concepto del momento final. Por eso el momento protológico de la Inmaculada y el momento escatológico de la Asun– ción de María van unidos siempre. Son numerosos los estudios dedicados a señalar la íntima conexión entre estos dos dogmas marianos. Con ello encuadra– mos esta doble verdad mariana con el tema general de las relaciones entre pro– tología-escatología en la historia de la salvación. «Puesto que el principio es un principio abierto hacia su fin, y el principio sólo en el fin llega hacia sí mismo, la protología y la escatología... se relacionan íntimamente entre sí». 21 El mo– mento «alfa» y el momento «omega» son los momentos de la historia de la salvación, indidual y comunitaria que están más próximos a la acción creadora de Dios. En ellos la creación sale siempre nueva y reciente, pura e incontami– nada de la manos de Dios. Por eso Jesucristo es proclamado como Señor especialmente del momento alfa y del momento omega de la historia. Todo este simbolismo se recoge en la expresión de que María es santísima desde el primer instante de su ser. La Mariología actual, siguiendo al Vaticano 11, se complace en presentar a María Asunta como «imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura». 22 María Asunta es, en frase de R. Laurentin, «el icono escatológico de la Iglesia resucitada». María Inmaculada en el ins– tante primero es el icono protológico de la Iglesia, tal como ésta sale de las manos de Dios, limpia y sin mancha, recién creada en santidad y justicia. En la exaltación de la Inmaculada llena de gracia se unen también otros motivos psicológicos profundos: la glorificación de la inocencia primordial, como proto– tipo de la perfección humana. Son los mismos motivos que llevaron a la creación del símbolo del paraíso como situación protológica de la humanidad recién salida de las manos del Creador. Un teológo clásico, en argumentaciones rígidas, aceradas, Duns Escoto, no tiene inconveniente en postular la exención del pecado original en María, su santidad originaria, como una exigencia del ideal de la perfecta inocencia posible en pura criatura: la inocencia originaria de María es el fruto perfectísimo del perfectísimo Mediador. Finalmente, como simple indicación y sin ulterior comentario nos referi– mos al simbolismo de Eva aplicado a María. El paralelismo Eva-María ha 20 Adolf DARLAP, «Principio», en Sacramentum Mundi, pág. 533. El autor realiza este concepto en varias ocasiones, V. gr.: los lemas «Anfang» del LTHK. Ver allí mismo «Escatolo– gie» y «Protologie» ftrmru:los por H. RAHNER. 21 A. DARLAP, l. c., 554. 22 Conc. Vat. 11, Const. «Lumen Gentium», 68.

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