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CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA 333 «segundo», a fin de no afirmar la excelencia de la Madre a costa de la ~xcelen– cia de Cristo. Duns Escoto tuvo la genial audacia de decir que poniendo a María Santísima en el primer instante se lograba poner de manifiesto la máxima dignidad de la Madre como perfectísima redimida y la máxima dignidad de Cristo como eminentísimo Mediador. Es cierto que la creencia antigua en el pecado original hizo necesario discutir la santidad de María en el primer instante. Pero allí donde la creencia en el pecado original no tiene ya vigencia ;tiene sentido seguir hablando de la santidad de María en el primer instante? Sin duda que sí, aunque por motivos más profundos y comprensibles, según veremos. En esta misma línea hay que explicar la afirmación de la santificación de María en el vientre materno. Para comprender el sentido de esta afirmación hay que acudir al lenguaje de la Biblia y a la forma simbólica de expresarse por ella adoptado. La Biblia habla de la santificación de ciertos hombres, profetas, en el vientre materno, nominalmente la santificación del Bautista. También aquí la categoría del tiempo está asumida como categoría de calidad y para expresar una convicción religiosa más profunda. Con este recurso al tiempo originario, primordial, primigenio en que el ser humano está todavía en germen y al poner sobre él la acción divina, se quieren subrayar estas importantes ideas teológicas muy apreciables: la preveniencia, el predominio, la gratuidad absoluta de la Gracia que se apodera del ser humano y lo asume como instrumento de su acción salvadora, sin merecimiento ninguno de parte del hombre, puesto que ni siquiera existe como tal. Al mismo tiempo subraya la disponibilidad abso– luta de la criatura así agraciada para la misión ecomendada, ya que no es concebible ninguna resistencia por parte de la libertad; y ni siquiera de las fuerzas insconscientes, pues la fuerza del Señor ha comenzado a obrar allí con antelación. Estas convicciones logran su máxima expresión en el caso de María, dado que la gracia que se apodera de ella en el seno materno es calificada de plena en cuanto a los dones y carismas y en cuanto al dominio antecedente sobre las fuerzas del mal significadas por el fornes del pecado. María aparece así dominada por la Gracia desde las raíces primeras de su existir humano y en forma total. Siguiendo un camino iniciado por San Pablo, hemos visto al principio las raíces del misterio de la Inmaculada hundirse en el Misterio del Padre que existe desde los siglos, antes de la constitución del mundo. También aquí la categoría del tiempo originario es un recurso simbólico para hacer comprender las ideas teológicas de la gratuidad de la gracia, de la iniciativa absolutamente libre del Padre, de la imposibilidad de méritos humanos, de la absoluta dispo– nibilidad de la criatura en manos de su Hacedor. En esta segunda y novísima creación Dios se manifiesta tan omnipotente, libérrimo, tan lleno de amorosa generosidad como en la primera acción por la que saca las cosas del no-ser al ser. Por cuanto, cuando la religiosidad mariana y la teología concentran toda la gracia y santidad concedida a María en el primer instante de su ser quieren

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