BCCCAP00000000000000000001461

CELEBRACIÓN DE LA INMACULADA 327 La primera respuesta no es viable. La segunda sería la de aquellos teólogos que someten la figura del «pecado original» a una radical reformulación, v. gr.: P. Schoonenberg, A. Vanneste, U. Baumann. No entramos en esta discusión. Nos quedamos con la tercera opción. Algunos mariólogos actuales se muestran preocupados porque, a juicio de ellos -sobre todo en la tercera opción que nosotros escogemos- el misterio mariano sería gravemente malentendido, al menos «prout Ecclesia semper inte– llexit», es decir, si nos atenemos al tenor de las palabras definitorias en sí y en el contexto que les dieron origen y las ilustran. En mi opinión, tal temor carece de fundamento. Incluso podría calificarse de extraño, si nos fijamos en este punto de vista: nadie más alejado de decir que María contrajo el pecado original que aquel teólogo que niega la existencia del pecado original en cualquier ser humano. En consecuencia, no se ve cómo atentaría contra la creencia en la radical y total ausencia de pecado en María ni contra la afirma– ción de la plenitud inicial de gracia. ;Donde queda el peligro de oscureci– miento para el misterio de la Inmaculada? El admitir o no admitir el «pecado original» es tema a discutir en la antropología teológica, no en la Mariología. Si no es forma muy colateral, ocasional. Una reflexión teológica sobre la estructura y contenido interno de María ·como Virgen Santísima desde el primer instante puede ser completa aunque, por principio, omita la referencia al pecado original. También sería satisfactoria y perfecta esta reflexión si se la encuadra dentro de la analogía de la fe: si el misterio de la Inmaculada se le estudia en referencia al Misterio de Dios, al Misterio de Cristo, al Misterio de la Iglesia. La necesidad de hablar del pecado original, al hablar de la Inmaculada, surge en forma colateral, externa aunque real: cuando se quiera y deba hablar de la historia de este dogma. No olvidando que, para toda adquisición humana de cualquier verdad, la dimensión histórica de esta adquisición nunca debe dejarse fuera del horizonte mental del estudioso de tal verdad. Podríamos decir que la idea del «pecado original» es para el teólogo de hoy una clave hermenéutica que le abre la inteligencia del dogma de la Inmaculada, en su crecimiento secular y en su culminación en la fórmula definitoria de la "lneffabi!is». A) Estudiando el dogma de la Inmaculada en perspectiva histórica rsultará siempre ininteligible, si no se tiene a la vista y se entiende correctamente la teoría del pecado «original» en su forma agustiniana-anselmiana-tridentina. Son conocidos los rasgos fundamentales de esta historia. En la Adquisición progresiva sobre la verdad acerca de María Inmaculada se superponían varios problemas, iban apareciendo pluralidad de afirmaciones y verdades complemen– tarias que, jerarquizadas según su valiosidad religiosa y la nobleza de su conte– nido teológico objetivo, se disponían así: Lo primero era buscar claridad y seguridad sobre la plenitud de fa gracia inicial de María.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz