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320 ALEJANDRO VILLALMONTE ción. P. Auréolo aporta una idea interesante sobre el contenido de la fiesta de la Concepción. La Iglesia, dice, celebra la concepción de María «no sólo con referencia a la santificación realizada en el vientre (de la madre), sino en referencia a toda la santidad de la Virgen y a la excelencia de la Madre de Dios, de la cual se alegra la Iglesia, al conmemorarla toda en esperanza el día de su concepción». 8 Duns Escoto logró entrar a f9ndo en la solución de la gran objeción - la proveniente de la redención universal por Cristo- porque pro– fundizó en la razón primordial del ser y del obrar de Cristo: en su predestina– ción para ser el supremo glorificador de la Trinidad. Y respecto de los hom– bres, para ser el promotor y elevador del hombre a un nuevo ser y nueva vida en la caridad. Por eso, llenando a María de gracia en el primer instante le confiere la más perfecta de las redenciones que puede conferir el perfectísimo Redentor: la redención presert'atii-a. 9 De todas formas fue una desgracia para el desarrollo rápido y equilibrado de este misterio mariano el hecho de que durante siglos la discusión maculistas/in– maculistas se polarizase en torno al aspecto polémico, a la dimensión negativa, hamartiológica del misterio: preservación/no-preservación del pecado original. Al finalizar la discusión, la bufa 1neffabi!is, en la parte expositiva y doctrinal, opta por el enfoque carjtológico, positivo, del misterio de la Inmaculada: la plenitud inicial de su gracia. Es el aspecto que se coloca en el primer plano en la teología y en la celebración del misterio. La Ineffabi!is contempla el misterio en esta perspectiva: María es objeto de amor especialísimo por parte de Dios, elegida y querida por El para un destino y una dignidad sobrenatural similar a la de Cristo. En consecuencia, María entra en la historia humana llena de todos los dones y carismas celestiales con mayor intensidad y amplitud que cual– quiera creatura. Por eso, la bula en un segundo momento la presenta una y otra vez inmune de todo pecado. Finalmente, es obvio que tan santa creatura no podía contraer el pecado original. Esta negación del pecado original en María queda plasmada en las palabras definitorias. Pero siempre en función de la intención primera: proclamar que María es Santísima desde el primer instante de su ser. 10 8 «Quod dicirur de sanctificatione dicendum, quod non solum habendo respectum ad sancti– ficationem faccam in utero hoc festum celebrarur, sed respeccu habendo ad omne sanctitatem Virginis et excellentiam Macris Dei, de qua gaudet ecclesia, dum ean recolit quasi in spe in die conceptionis seminis sibi dari». O. c., pág. 94. 9 El concepto de redención preservativa implica que el efecto primordial de la gracia de Cristo, en María y en todo ser humano, no es liberar del pecado ya incurrido, sea cual fuere éste, sino dar la gcacia/caridad-vida divina que haga imposible la entrada en ese alma del pecado. La gracia llenó a María adulta y la previno para no cometer pecado personal (doctrina agustiniana). Luego, no hay dificultad para que Dios no le prevenga con la gracia en el primer instante y evite el original. Además, tenemos que a los ángeles y a Cristo Dios les concede la gracia de la inocencia perfecta: luego también a María. Es el doble razonamiento teológico de Escoto a favor de la santificación inicial de María. O. c., en nota 4. 'º Este enfoque positivo-caritológico del privilegio mariano es el único que encontramos en la Mariología oriental. Es predominante en la Mariología moderna también _en Occidente. Ver

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